Adam Smith había alertado sobre la melancolía de los trabajadores: cien años después empezaron a organizarse.
Al poco tiempo una pandemia de cooperativismo encontró buen terreno para difundirse, tanto en la producción como en la compra.
Especialmente el cooperativismo de consumo, un invento inglés, se viralizó rápidamente a Europa Continental y el resto del mundo.
El cooperativismo en las naciones
La expansión se debía a tres motivos: funcionaba desde lo económico, las ideas tenían un fuerte enganche emocional y raramente los participantes se saltaban al modelo del mercado no cooperativo.
Friedrich Wilhelm Raiffeisen, en Alemania, impulsó las cooperativas de crédito: se le prestaban fondos a los campesinos para el aprovisionamiento de insumos y para la comercialización de los productos agrícolas.
Creó un Banco Central Cooperativo que a su vez realizaba operaciones en beneficio de las cooperativas asociadas al banco llamadas Cajas Raiffeissen.
Herman Shulze-Delitzsch dió un paso mas adelante al fundar las cooperativas de Ahorro y Crédito, orientadas a los artesanos y pequeños industriales de las ciudades y a las necesidades de la clase media de las ciudades en general.
Francia fue una territorio de cooperativas de producción y trabajo, como el “familisterio”, fundado en Guisa por Juan Bautista Godin. Los Países Bajos especializaron en cooperativas rurales como en la península ibérica, salvo en Cataluña, donde se desarrollan las cooperativas de consumo.
En los países escandinavos se crearon federaciones de cooperativas, como la Forbundet y aparecieron las de vivienda y de seguros cooperativos.
La primera cooperativa de Checoslovaquia se fundó en 1845 y en la zona de Serbia se crearon cooperativas sanitarias: Hungría, Polonia, Ucrania y Rusia vieron también un gran desarrollo del cooperativismo en el siglo XIX.
Fuera de Europa
Japón, Australia y Nueva Zelanda copiaron y desplegaron el modelo cooperativista que también como dijimos desembarcó bien temprano en América del Norte de mano de los religiosos y fueron incentivadas por lo que veían en Canadá.
Durante el período colonial en América del Sur había organizaciones cooperativas confesionales, aún antes de haberse creado la cooperativa de Rochdale en 1844. En el momento en que se establece la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), en 1895, ya en Argentina existían las cooperativas.
En América Latina permite se reconocen dos grandes líneas que caracterizan el desarrollo del cooperativismo, con regiones
geográficas claramente diferenciadas; una es comprende Argentina, Chile, Uruguay y el sur de Brasil siguiendo el modelo europeo, con influencia ideológica rochdaleana.
La otra vertiente es en la zona norte de América Latina. Se trata de un modelo fomentado por el Estado pero influenciado por la tradición indígena local.
Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.