Presencialidad a distancia

1- Llegamos a la puerta y fuimos entrando uno tras otro, hasta acceder por un camino zigzagueante al claro donde nos esperaban los tres amigos.

Bajamos de los autos y cada uno, persignándose o no, se encaminó guardando las llaves en el bolsillo, aprovechando para tantear qué había adentro y de paso aflojar los nervios.

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