Entremos de lleno en el asunto que nos convoca. ¿Puede el socialismo ser creativo? Si fuera así, donde se origina esta creatividad, cómo circula, como se plasma en huellas en la realidad social?
En Occidente la creatividad goza de muy buena prensa y suele ser además una cualidad buscada. Si, pero quizás esto tenga algo engañoso.
Desde el sentido común tendemos a ver a la creatividad como un arrebatamiento individual, como resultado de la lucha interna y personal que logra conectar cosas que estaban ahí y los demás no veían.
¿Pero es así?
Enseguida avanzaremos sobre esto, pero digamos que, sea como fuere, la creatividad ha tenido tanta publicidad y una campaña de relaciones públicas tan potente, que como sociedad muchas veces la admiramos sin preguntarnos a qué nos referimos con ese término.
Es que la creatividad implica una carga romántica, la del “misterio” de la inspiración y la reivindicación del genio que no podemos ser. La creatividad es, entonces, un fenómeno intrigante o quizás maldito. Diga lo que se diga uno podría entrar en problemas.
Crear, hacer que algo exista, implica esfuerzo, trabajo en equipo y formación previa, pero implica tambien ese insight, el momento “a-ha”, el punto en el cual una idea inunda conciencia repentinamente permitiendo una nueva percepción.
La creatividad nos recuerda al artista del Renacimiento, ejemplo del hombre moderno, autónomo, separado de los otros y de la naturaleza, que imagina a la creatividad residiendo en su interior, con independencia de la sociedad que lo contiene.
La modernidad nace y junto a la máquina a vapor, y comienza rápidamente a desagregar a los creativos dueños de las máquinas por un lado y los repetitivos encargados en hacerlas funcionar por el otro.
Adam Smith vió cuan lejos se podía llegar liberando las fuerzas del egoísmo creativo de los propietarios, pero tambien vió cuanta melancolía nos traería todo eso a los trabajadores. Marx vió entonces en el trabajo la posibilidad de redención y de alguna manera la resolución del acertijo AdamSmithsoniano.
Una maraña de funcionarios podría ser una de las tantas causas de la productividad tan baja de las sociedades centralizadas como la soviética, y de industrias como la de la construcción en Gran Bretaña donde sus trabajadores son tratados con indiferencia y la creatividad en el lugar de trabajo es desalentada.
Un ejemplo de creatividad socialmente sostenida es que de Japón, prosperaba combinando planificación basada en el bien común y respeto a las opiniones de los trabajadores. Una combinación equilibrada y tensa de singularidad y colectividad. Algo parecido sucedió en el origen de los gigantes del software.
Ahora tratemos de captar porqué la creatividad fue descuidada al tiempo, al mismo tiempo que era míticamente ensalzada en el siglo XX. No fue ingenuo. En un punto se puede decir que la creatividad implica un cambio de estado de cosas, algo que afectará a los demás, más allá de las valoraciones que podamos hacer de eso. En sistemas centralizados de poder ¿Hasta donde se tolera esto?
Es decir, la creatividad es para los otros, pero esos otros pueden tener recursos para evitar que la creatividad los afecte. En el mismo sentido puede haber interesados en promover la creatividad, y eso implica recursos variados: financiación, humor, conexiones.
Francesca Gino y Dan Ariely investigaron la psicología de la creatividad en las empresas americanas y encontraron algo así como que las personas creativas tenían menos tendencia a ser honestas: es sabido que Steve Jobs estacionaba su Mercedes Benz en las plazas reservadas para discapacitados.
Francesca Gino y Dan Ariely examinaron cuándo y porqué las personas que se consideran creativas se sienten autorizadas para actuar de forma deshonesta y los resultados sugieren que ser creativo no es el problema; el problema es percibirse como un creativo rodeado de no creativos.
La clave es entonces ocuparse de que el sentimiento de creatividad esté distribuido socialmente, de manera que se asuma que la creatividad no es una capacidad que tan solo poseen algunos privilegiados.
El artefacto inspira a su creador y el creador le da vida, le exhala vida: no deberíamos imaginar nuevos objetos? Qué sucediera si un dispositivo necesitara de 3 interruptores para encenderse de un modo mas económico? Qué inspiraría en sus usuarios? Una vivienda donde la cocina y el baño han sido trasladados a un espacio compartido? Que modos de vida estimularía?
Retomando entonces y para ir cerrando la introducción al tema del socialismo creativo, digamos que la conexión entre trabajo, saber artesanal, socialismo y democracia debe ser mejor trabajada aún. El modelo centralizado obtura la creatividad, pero el aplanado completamente tambien. La idea de un Estado que planifica debe hibridarse con la del respeto a la capacidad de juego, duda y expresión de la singularidad de los ciudadanos. Lo mismo se puede decir de la democracia: la expresión de las diferencias de perspectiva reclaman la máxima adscripción a las reglas compartidas.
Para desarrollar nuestras habilidades en sociedad, para expresar nuestro talento singular, necesitamos desde recursos a capacidad de juego, desde afirmar lo sabido a extremas la indagación, desde las preguntas a las respuestas: eso se consigue sólo contenido por los semejantes.
Y si bien la naturaleza humana impone cierta tendencia a la desigualdad y a la diferencia, si se la deja sin controles el producto de lo creativo termina restringido por o para una élite: se debe buscar siempre que se garantice su mejor y amplia distribución, algo que la perspectiva auténticamente socialista puede garantizar.
Proyecto Justo | LuKasnet Blog
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