La democracia era un mal sistema pero al menos era lo mejor que teníamos en el siglo XX. Las sociedades habían inventado las grandes ciudades, la producción en serie, los medios broadcasting, la pólvora, la electricidad y la digitalización y con partidos políticos, votaciones periódicas y división de los poderes el juego era relativamente aceptable.
La suerte había estado del lado del modelo anglosajón en las guerras y eso garantizaba algo de tolerancia, las formas autoritarias abiertas como el stalinismo habían sido contenidas progresivamente, un lento descoloniaje formal se extendía globalmente y el capitalismo crecía al mínimo del 3 %, sólo con la naturaleza como límite de su expansión.
Hoy nada de eso funciona y eso que no era mucho. La democracia ha quedado atenazada desde dos ángulos: coptada por la publicidad de las grandes corporaciones de un lado y por toda una casta política demagógica y basada en liderazgos que como un Alien ha anidado en los intestinos de los congresos y los despachos ejecutivos por el otro.
Así la democracia coloca cada mañana la escenografía para que no sepamos todo lo que se nos cocina en el fuego lento y nocturno del caldero de las desigualdades. Como dice mi amigo Nerio Peitiado es verdad tambien que nunca estuvimos tan bien en alimentación general, atención médica o educación a gran escala. Nunca tanta gente tuvo acceso, tuvo futuro y posibilidades, eso es verdad tambien.
Cualquiera sabe que rápidamente podríamos reemplazar la democracia actual por un sistema continuo de toma de decisiones colectivas basado en algoritmos y puntajes tipo Ebay. También ya estamos en condiciones de dar libertad a cada uno para que haga o deshaga lo que le parezca, con una asignación universal y básica que le asegure el sustento, la vivienda, el transporte, el vestido.
Hasta acá es todo mas o menos simple. Pero veámoslo con un poco mas de detalles. Cuando hablamos de democracia aludimos a esa cosa externa, de interacción pluralista, que vemos en los medios, en los días de votación y en las decisiones que van adaptando para cada país. Por ejemplo la democracia vota a favor de la minería a cielo abierto en Argentina, o aprueba un uranoducto que cruze todo Estados Unidos o cosas así, pero puede en realidad votar a favor de cualquier forma de exterminio o expoliación si llegado el momento se le exige. La democracia es como un gel, como un lubricante que aceptamos ponernos luego de debatirlo.
Esa es la democracia externa, la democracia a la vista. La democracia de las ideas del consumo. Pero tambien existe una democracia interna, podríamos decirle psicogénica, por la cual el demócrata debe aceptar las minorías, no puede permitirse lo persecutorio en ninguna de sus formas, está persuadido que es capaz de equivocarse y cambiar y que los errores no son siempre del otro, del otro que no lo entiende.
Esa forma de democracia es la que falta en el populismo. O sea, estábamos perdidos, pero el populismo termina de hundir el barco. Por ejemplo Trumph, o Cristina de Kirchner, o Maduro carecen por distintas razones de democracia psicogénica, o mejor dicho: tienen la forma distorsionada, se les ha distorsionado la democracia. Nadie nace fascista pero en determinadas condiciones muchos pueden quedar susceptibles y trastornarse.
Yo tiendo a creer que es una cuestión de narcisismo y psicopatía, las mejores condiciones para dedicarse a la política hoy en día. El narcisismo impide la democracia interna porque los narcisistas se sienten superiores, necesitan menospreciar, necesitan ser adulados.
Eso no es democrático. A la primera de cambio el populista va a decirte que él lucha contra las corporaciones y vos no. Que no sos leal y el sí. Que él redujo o amplió algo y que vos no hiciste nada, o lo dejaste de hacer. Y si falla en eso dirá que él es peronista y vos un gorila.
La clase política populista funciona basada en narcisismo. El narcisista exagera sus logros y espera ser reconocido como superior y singular y cree que sólo puede ser comprendido por otras personas que tambien son especiales pero aun así deben rendirle una admiración excesiva. Nunca vas a estar a su altura. El narcisismo saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas y luego los descarta.
Los ejemplo que di me eximen de aclarar que el político populista carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. Sí los detecta y es capaz de alinearlos como recursos para sostenerse en el poder, para crearlo continuamente. Al político populista o neofascista le sobra envidia y soberbia pero siempre tiene una cohorte que se aprovecha de sus rasgos y los habita, los coloniza y se aprovecha de eso.
Pero el narcisismo no sería tan complicado después de todo. A la larga hace que las cosas terminen mas rápido, pero no apunta a la destrucción directa y definitiva. La psicopatía ya es una cosa mas seria. Es otro trastorno de la personalidad tambien común en los populistas y que se basa en la deshonestidad para obtener un beneficio personal. Tan simple como eso: ignorar cualquier ley que se le interponga. Antes que algún populista me insulte por Facebook aclaro que decir esto no me afilia a a la casta conservadora ni mucho menos pero nada mas pensemos como se han dado las cosas. Nestor Kirchner decía que comprar voluntades era un camino único y nada es mas psicopático que eso. Someter al otro con cosas, con objetos, con dinero. Es la denigración máxima.
La irresponsabilidad, la falta de remordimientos, la indiferencia o la justificación del daño ajeno son vividas como parte de la política y los ciudadanos dedicados a sus vidas comunes no son mas que probables víctimas, perdedores que requieren que se los dirija, posibles blancos de sus disparos en el futuro. Recuerdo cuando los Kirchner habían creado una especie de poblado prostibulario en Río Gallegos, luego conocí casos de mujeres esclavizadas ahí y ahora, unas dos décadas después podemos ver las divertidas marchas de las putas feministas «kirchneristas» desfilando orgullosamente por el mundo. Es solo un ejemplo de los tantos que me ha permitido conocer mi profesión.
El capitalismo ha llegado al limite del deterioro de la naturaleza y la diferenciación social. La democracia así como nos llega del siglo pasado no está en condiciones de decir qué hacer para corregir las cosas. Los populistas giran sobre el escenario. Mutan a sensibles, a padres imaginarios o a lo que nuestra debilidad quiera creer.
Siempre va a aparecer un populista que tenga una solución, simple retrotrayendo las cosas al estado anterior.
Alguna vez dijo Caparrós que con el honestismo no se arreglan las cosas y es verdad. Es que poco se puede hacer solo cumpliendo las leyes. Tampoco se trata de dedicarse a ser un francotirador.
Es evidente que hay que crear dentro de la legalidad, aun nuevas legalidades que desplacen a las viejas, pero lo que digo es que antes que nada hay que luchar contra el populismo y sus formas, al menos.