Un estudio recientemente publicado por Confirmation.com muestra que, de 985 inversores con estudios universitarios encuestados, el 27% no fue capaz de identificar a Bernard L. Madoff como el autor de uno de los fraudes bursátiles mas grandes de la historia. Cuanto mas joven era el encuestado mayor era la posibilidad que desconociera eventos de hace unos años, aun cuando ellos mismos o sus familias hubieran sido víctimas, pero puede que los jóvenes estén en lo cierto.
Si bien los esquema de Ponzi existen desde que el hombre explota al hombre, su relevancia como modelo de negociados se escaló geométricamente cuando Bernard Madoff llevó las cosas adonde eran inaceptables: todos sabemos que el perro no debe morder nunca a su dueño y que el ladrón no quiere ser robado y la verdad es que Madoff quiso robarle a los grandes.
Sea cual fuere el refrán en juego, la versión convencional dice que hay un esquema Ponzi cuando un estafador primario paga a unos primeros inversores suculentas ganancias por traer nuevos inversores, con la promesa de que siguientes rondas les generarán también ganancias significativas a cada uno.
Uno tiende a pensar que tipos como Madoff son cerebros malignos que crean anomalías en una sociedad que sino funcionaría orgánicamente, pero los economistas han comenzado a considerar que este tipo de comportamientos colectivos tiende a ocurrir autorganizadamente, simplemente porque los humanos aman la especulación e interactúan creando configuraciones sociales que a primera vista parecen no ser espontáneas y sin embargo lo son.
El interés por los modelos Ponzis ha crecido recientemente porque nuevos modelos de investigación han encontrado que pueden ser explicados matemáticamente junto a la psicología de los psicópatas que apelan a nuestra ingenuidad infantil.
Inclusive los neuroeconomistas proponen que el comportamiento colectivo que genera un Ponzi no requiere de ningún villano, de hecho, puede llevar muchos disfraces diferentes, lo que hace que muchas veces sean difíciles de detectar y de esa manera se puedan tomar medidas regulatoria que los aborten a tiempo.
En el clásico de Esquema Ponzi el estafador promete un retorno espectacular para persuadir a alguien para invertir. El problema es que no hay punto crítico y exactamente previsible en el que se produzca el punto de implosión, lo que da lugar a la cuestión psicológica de porqué somos tan timberos: un esquema Ponzi es una locura colectiva, pero para un inversor individual las cosas pueden verse distinto, porque de entrar en las primeras fases las ganancias serán significativas.
Las burbujas financieras son Ponzis: el aumento progresivo de las expectativas mantiene el proceso en marcha, ya que el primer circulo obtiene rápidamente ganancias exorbitantes. Esto es lo que llevó al premio Nobel de economía 2013 Robert J. Shiller , de la Universidad de Michigan, a bautizar como “Ponzi natural” a las burbujas que se forman cuando interactúan las fuerzas del mercado sin reglas de juego claras.
Ahora bien, lo contrario sigue siendo verdad: así como los Ponzi pueden formarse espontáneamente, también pueden ser diseñados. Uno de los más famosos en la historia de las finanzas sucedió cuando John Law de la “Mississippi Company” empezó a distribuir retornos inflados de las empresas en la colonia francesa de Luisiana. La estafa atrajo cada vez más los inversores hasta que una corrida bancaria hizo saltar todo el engaño a la superficie.
Algunas transacciones financieras, que no se parecen exteriormente como Ponzis, son en realidad un esquema piramidal perfectamente legal y que a menudo surge cuando las empresas o los paises manipulan sus operaciones para mantenerse a flote en tiempos difíciles.
Durante las ultimas décadas del siglo XX Argentina tomó préstamos para pagar deudas preexistentes, pero las expectativas de que la economía mejoraría y que sería capaz de pagar los intereses y el capital adeudado no se materializaron. Mas dinero promovió comportamientos que favorecían la búsqueda de nuevos préstamos, lo que desencadenó un problema sideral.
Como en toda latinoamérica muchas de las decisiones nacionales las tomaron personas que no contaban con los sistemas de control adecuados, tanto durante las dictaduras como dentro de regímenes democráticos blandos lo que favoreció que los acuerdos fueran aun mas distorsionados.
En algunas empresas el Ponzi adquirió otros ropajes: se daban acciones de la empresa a los empleados, pagando sueldos bajísimos que permitían crear productos informacionales a bajo costo. Esos sueldos bajos garantizaban que la compañía mantenía productos competitivos a bajo costo, aunquelos los directivos obtenían beneficios muy altos, como en todo los Ponzis. Cuando los trabajadores descubrían que habían sido timados y reclamabas sueldos de mercado los productos aumentaban de precio: el resultado final era el de empleados sin trabajo y en posesión de acciones sin ningún valor.
Los Ponzis ponen a las sociedades ante la diyuntiva del tenor de los esquemas regulatorios, sistemas inmunitarios que deben evolucionar de acuerdo a las adaptaciones de los nuevos Ponzis a las nuevas regulaciones que aparecen: se sabe que la falta de regulación da lugar a esquemas de pirámide y estafas que pueden hacer mucho daño al conjunto de la sociedad.
Una dificultad importante en la regulación Ponzis tiene que ver con la idiosincrasia de las sociedades y cuan apegadas estén al mérito u a otra forma de validación. Muchos gobiernos intervienen para rescatar a empresas muy grandes cuando están a punto de quebrar. Esta práctica atrae a los inversores a empresas grandes y ejecutables, porque como rebote del modelo Ponzi el gobierno va a intervenir con dinero de los contribuyentes en el momento de colapso , protegiendo de este modo los inversores. El resultado es que destina dinero a empresas que van a quebrar y los daños colaterales son absorbidos por los ciudadanos comunes.
Puede ser útil que el gobierno intervenga una empresa privada para evitar su quiebra como supuestamente habría argumentado el vicepresidente Amado Boudou, pero no salvando a los que manejaron la empresa y tomaron decisiones equivocadas. Al igual que en el caso en que los médicos prescribimos medicamentos potencialmente tóxicos como la clozapina bajo las normas de un protocolo preestablecido, deberían existir sistemas de control de decisiones de naturaleza Ponzítica antes de que se generen costos para todos los ciudadanos. Entre ellos deberían existir reclamos sobre los funcionarios que por imprudencia, negliencia o impericia permiten que se formen burbujas o Ponzis por mas pequeños que sean.
Los Ponzis son culturales y en realidad existen porque los sistemas de creencias compartidas están dispuestos a tolerarlos. Mas o menos, según la sociedad. Los Ponzis y las burbujas financieras en general seguirán siendo un subproducto tóxico en cualquier economía y la verdad que cada nueva regulación hará que nazca otro producto financiero ingenioso que intentará otra vez hacer dinero con la ingenuidad ajena.
Países como Argentina, en los que la falta de regulaciones sensatas permite una ecología de Prezis saludable, ha llevado a las condiciones de pobreza y desigualdad inaceptable para una nación con tantos recursos disponibles.
La novedad es que podemos empezar a despersonalizar estos problemas y buscar soluciones mas sistémicas que las propuestas hasta ahora.