El Renacimiento occidental tuvo, en la invención de las “expectativas” y de la noción misma de futuro, su mejor carta. Hasta entonces prácticamente no existía mucho mas “futuro” que unos meses por delante, ni mucho más riesgo del que, cumplido o no, tarde o temprano pasaría a formar parte de los recuerdos de las próximas generaciones.
Revoluciones industriales y expansiones territoriales mediante, las sociedades europeas y sus satélites se fueron tomado 500 años para recolectar objetos, historias y grandes esperanzas que garantizaran medianamente que, viviendo con ciertos principios éticos, al menos una parte del porvenir les pertenecería: el trabajador argentino fue un heredero más de esa tradición.
Pero algo está fallando, las fisuras están dejando colar mucho más de lo tolerable y las señales de la crisis se huelen próximas. Por ejemplo en Argentina, luego de tres décadas de “democracia republicana”, el sistema tal como está configurado no ha podido dar respuestas a las necesidades del pueblo esperanzado en las “promesas” que se le hicieron, ni parece que podrá darlas de seguir así.
Este proceso desesperanzador no es estático: poco a poco las nuevas generaciones van descubriendo cada vez más jóvenes que los reyes magos no existen y que tampoco les está abierto el futuro. ¿Para qué llegar a una jubilación paupérrima entregando la vida a quienes ya no demandan ni nuestra fuerza de trabajo?
Algo de liberador tiene esta dinámica, a condición de que por bajarnos del camión no nos quedemos a pie, que es lo que quizás esté sucediendo. Las señales son francamente alarmantes y hasta dolorosas: la red política, bajo el control de un “movimiento peronista” que participa como partido pero que no acepta ser interpelado como tal, genera las condiciones para que los índices de pobreza lleguen al 22 % y los de indigencia al 8%, en una nación donde las aritméticas permiten afirmar que se producen alimentos para 400 millones de personas.
Veamos la economía: ¿Como es que se llega a esta situación en la que uno de cada tres argentinos ha sido descartado y puesto a vivir un presente sin futuro? ¿Por qué, mientras a los trabajadores se nos da una reprimenda porque el 35% de la economía argentina se mueve “en negro” a la vez se nos impone un “impuesto al trabajo formal”? ¿Por qué el 20 % de los productores poseen latifundios que sojizan con muy bajo valor agregado el 80 % de la producción destinada a la exportación, empujando sin controles al pequeño 80 % restante que debe mantenerse con producciones destinadas a un mercado local desfondado?
Es solo una metáfora, pero quizás no tanto: es que si hubiera un “futuro” estas trágicas situaciones podrían estar cambiando, sin embargo las grandes mayorías descubren que se las ha estado engañando una y otra vez: una larga fila de hospitales, escuelas,vías férreas y fábricas son inauguradas para nunca funcionar, para nuca darles un lugar en sus vidas.
El “nunca” así reemplaza progresivamente a las “esperanzas”. Se inaugura un tren a Uruguay que nunca arranca de Retiro, así como tampoco el que de Constitución debe llevar a los trabajadores a su finde en Mar del Plata. Sin embargo en los medios de comunicación se menciona que las enormes pérdidas de las Aerolíneas Argentinas tiene muchas explicaciones razonables que en algún momento lograremos entender. “Nunca” en lugar de “esperanzas”: con esa sutil operación miles y miles desechan porciones de futuro de sus corazones y se lanzan a un presente sin sentido, sin colectivo, sin futuro.
Un par de millones de jóvenes ni trabaja ni estudia. ¿A quien les interesa? Pues a nadie. Se recorta el salario familiar y con eso se sostienen programas de ayuda básica como la asignación universal “no universal” por hijo. ¿Quien querrá formar una familia con esas señales?
Los fines de semana “largos” miles de turistas escapan tarjeta de crédito en mano de las urbes para bañarse en las atlánticas aguas contaminadas con desechos cloacales, sin ser advertidos que la presidenta sí inauguró una planta de filtrado, pero NUNCA funcionó ¿Quien querrá mejorar su tanque de agua con esas señales? Si después de todo en el hospital no habrá insumos, ni personal el suficiente. Así otros miles de argentinos arrojan a la basura el “futuro”.
No importa dirá alguno: el gobierno ha diseñado un modelo por el que, gracias a los cepos al pequeño ahorrista o al trabajador afortunado que quería en otras épocas comprarse un terrenito en cuotitas bimensuales, ahora se incrementará la “demanda agregada” y las deudas con los bancos, que podrán entonces seguir contratando los mejores consejeros financieros. Se crearán así nuevos “instrumentos”, quizás sin saber que poco a poco también así se desgrana aún más el futuro que los argentinos supieron construirse durante generaciones.
¿Es gratuito el desprecio por las propias costumbres? Encargamos comidas “delivery” sin saber que mientras la motito empieza a circular cientos de refugiados ambientales deambulan en las periferias de las ciudades en busca de comida o al menos de una escuela donde dejar a los niños para que los alimenten y o de un hospital o salita donde lo atiendan aunque tengan que hacer larguísimas colas a las cinco de la mañana.
Volvamos al caso del trabajo asalariado para ilustrar aún más el final de la epopeya renacentista: a la vez que se generan latifundistas productivos (minería, ensambladoras, supermercados) una enorme masa de pequeños generadores de riqueza cualitativa son expulsados de sus pequeños territorios (torneros, quinteros, pescadores, artesanos) y deben ir a jurar obsecuencia a empleos estatales donde se pauperizan mentalmente o a dormir abajo de las autopistas.
Veamos: grandes cadenas de distribución soportadas por el dinero “electrónico” de salarios, subsidios o la AUH misma desamparan a los pequeños almaceneros o tenderos de cualquier rubro que no pueden cobrar más que con dinero de papel. Lo dicen los mismos agentes del gobierno: nunca las grandes corporaciones, los grandes bancos, las grandes acopiadores ganaron tanto. ¿Quién puede querer un futuro barrial en esas condiciones?
La situación no es nueva como señala Mariana L. González en su tesis “La relación de largo plazo entre patrones de crecimiento y mercado de trabajo. Un análisis sobre los salarios en Argentina entre 1950 y 2006” donde se demuestra que mientras el PBI creció por décadas el salario real se mantuvo estancado, cuando no sumergido.
Si es así el autodenominado “modelo K” es entonces la versión en “sintonía fina” del meta-modelo que engloba el ciclo largo de extracción de empoderamiento al pueblo, de acumulación elitista de riqueza y de desemancipación.
Nada asombra que la presidenta Cristina Kirchner se reúna con los Rockefeller, los Monsanto, los Barrick Gold y la nueva oligarquía agroindustrial durante las emisiones de “futbol para todos” y que ahí cocine, como sostiene Maristella Svampa, su proyecto de nuevas bofetadas para el 2013: expansión de la frontera hidrocarburífera mediante el fracking que complicaría la riqueza hidrológica y expansión de la frontera agropecuaria en Chaco o Formosa a cambio de destrucción de bosque nativo y culturas milenarias.
El Informe Mundial de salarios de la OIT es claro respecto a este “éxito argentino” del “modelo K” cuando expresa que la causa principal hay que buscarla en que estos gobierno “han implementado estrategias de crecimiento impulsadas por la exportación en base a bajos costos laborales”. Es tan evidente que lo escriben y lo firman sin que se les mueva un pelo, total al que se anime a no ser obsecuente se lo puede comprar o desterrar.
Es que realmente el crecimiento del PBI en el período 2001-2011 fue de un notable 75%, pero que poco significan para el 90 % de la población cuyo ingreso real aumentó 3,3% como explica Fabiana Arencibia de la Agencia Matriz del Sur.
Es decir, luego de una primera década de postperonismo privatizador, el kirchnerismo no fue mucho más que la reducción del costo laboral real compensado con subsidios a la pobreza como afirman Ana L. Fernández y Mariana L. González, aunque hay que aclarar que la participación del salario en el PIB permanece por debajo todavía de los de la década de los ’90 y que las divisas fugadas de Argentina ha sido gigantesta: solo en 2011 superaron los U$S 21.221 millones como informa el CIFRA de la CTA.
Sazonemos estos datos con la “precarización de la fuerza laboral”, en esta “etapa de estancamiento” que desde 2006 en adelante demuestran los artículos del diputado Lozano.
Es decir que con este patrón de crecimiento tenemos los peores salarios desde 1950, después de 10 años de un “progresismo” en el que la recuperación de la participación asalariada nunca su fue tan lenta desde que se mide, como encontraron Juan M. Graña y Damián Kennedy aunque tomando sólo los últimos años la participación de los asalariados en el ingreso en 2007 (28%) fue significativamente inferior a la de 2001 (31%) como dice Eduardo Basualdo al investigar de las condiciones estructurales de la distribución del ingreso.
Por lo tanto, en la relación ganancias empresariales versus costo laboral, nunca se estuvo peor que ahora y a eso sumémosle una destrucción del medio ambiente que no tiene parangón.¿Qué significa todo esto? Nada más que la cristalización de configuraciones de poder que cada vez necesitarán menos de la zanahoria de las esperanzas, que cada vez pagarán menos por nuestro futuro.
El fenómeno al que nos enfrentamos es global: lo estamos viendo en el empobrecimiento de Europa, en el masoquismo de los americanos respecto a los productos chinos, en la colonización de las estructuras de gobierno de pequeñas naciones por los administradores de la burbujas financieras: cada cual que se salve como pueda es lo que parecen decir los titulares de los blogs.
El sistema no ha dado respuestas a las necesidades del pueblo. El futuro se deshilacha y vienen ahora por nuestro presente. La situación no es simple, ya que si se nos interpela es para que hagamos de “extras” sin voz en una película de la que no sabemos ni el título.
Nos encontramos en un callejón: la percepción del tiempo y del sentido de nuestras vidas es obsoleto para el sistema y los que “descubren” una salida es de regreso a un mundo sin futuro.
Como hemos querido mostrar en esta nota poco futuro queda ya disponible, y mientras tantos esperan azorados el desencadenamiento de la tragedia, los grupos concentrados disponen sobre la mesa la maquinaria de extracción de presente.