El año 1632 fue muy especial. A la ciudad de Trinidad, que luego sería la actual Buenos Aires, llegaron varios barcos holandeses cargados con carne humana viva.
Las Provincia Unidas holandesas eran una potencia mundial y estaban por terminar de despojarse de sus restos hispanos, sin embargo tenian un problema domestico importante: metidos en la disputa protestantes vs católicos basaban sus riquezas en el mercado de esclavos. Vaya contradicción, no? Necesitaban que los filósofos y médicos resolvieran el asunto.
Sin embargo no todo era tan gravoso. Tenían algunas cosas muy a favor, igual que los habitantes del puerto de Buenos Aires: oro, plata, además del contrabando, los judíos expulsados, su pasión por el dinero, la buena relación con los portugueses y sobre todo nuevas tecnologías, como el telescopio, el microscopio o la cámara oscura entre otras que permitían sacar grandes ventajas.
Cuando llegó a Buenos Aires el primer catalejo? No lo sabemos, pero es una buena pregunta.
Al mismo tiempo el contexto estaba cambiando a favor de la concentración de poder, igual que en Internet hoy en día; se fortalecían el barroco, (una especie de web 2.0 de la época), la iglesia (la multinacional por excelencia) y la extracción de materias primas desde América (cosa que no cambió mucho….).
El oro y la plata que chorreaba sobre España terminaba depues de varios pases de mano en los judios expulados ahora en Holanda, que se daban los grandes gustos de contratar pintores para sus retratos grupales (burgueses) e individuales (nobles).
Pero volvamos a 1632. En Holanda vive el extraño y no tanto Dr. Tulp (suena a tulipán, no?). Tulp era médico, tesorero, mecenas, viverista, comerciante, politico y pariente politico de un joven que acababa de abandona la carrera de medicina y que se llamaba Rembrandt. Les suena?
Nuestro Tulp encargó al joven y reciente pariente para que lo retratara dando una clase de anatomia, un maravilloso cuadro de aquel 1632 que aun provoca larguísimos debates entre lo especialistas.
En la pintura se lo ve a Tulp con su sombrero mostrando el antebrazo abierto de un cadáver que la han permitido mostrar a unos alumnos y auditoria presente en el teatro anatómico.
No parece muy intereado en lo que dice el libro de anatomía que se ve en el ángulo inferior derecho, sino mas bien en que los asistentes acepten las pruebas que él está mostrando.
Cuanta veces se nos convoca aun hoy en día a dar nuestra opinión cuando somos puestos frente a escenas como la de Tulp?
Pero volvamos a 1632. En alguna pieza está naciendo Spinozza. Además en nuestro teatro anatómico está presente un exiliado francés: Rene Descartes. Suena conocido, no?
Ambos participarán de un debate aun abierto en Argentina, Holanda o cualquier nación occidental: dualismo o monismo? Cuerpo/mente con o sin barra? Los esclavos tienen alma? Cuan necesario es el cuerpo para probarlo? Pero no nos adelantemos.
Descartes está preocupado en entender los reflejos. Porque un niño saca su mano cuando se está por quemar? Cuan automáticos somos?
Hay alguna glándula que pueda explicarlo? La pineal quizás? No sabemos, pero posiblemente le ha consultado a Tulp en su clase. Pero Tulp no responde, está interesado en hacer política, dinero y fama y además escribiendo un libro de medicina que hoy en día es conocido como el Libro de los Monstruos. No parece haber estado interesado en las dudas de Descartes.
Si, 1632 no es un año fácil de entender. Galileo publica un libro que lo llevará al banquillo de la Inquisición por hablar del sistema solar, en cambio William Harvey será nombrado médico real luego de demostrar científicamente (la ciencia estaba en pañales) que la sangre daba vueltas a través de un “sistema” circulatorio.
Como siempre algunos deciden hacer negocios. Si, Don Tulp está metido. Importa bulbos, hermosos bulbos de tulipán. En poco tiempo la burbuja de precios de lo tulipanes va a dejar a muchos en la calle pero en el camino se inventarán el folleto y los micro-negocios urbanos.
¿Como pueden tantas personas equivocarse tanto al punto de intercambiar un bulbo de tulipán por una chacra con chanchos y todo adentro? ¿Como puede seguir haciéndonos caer nuestra mente en lo errores mas increíble, en las desatenciones mas injutificables?
Quizás sea un momento para bostezar. Porque el bostezo en un punto interesante para pensar la conexión entre cuerpo y mente, entre emociones y pensamientos y en definitiva contestarnos si es posible tener esclavos, si es posible que la mente y el cuerpo anden separadas.
Empecé a entender esto cuando traté de comprender los de los orgasmos contagiosos de los pacientes que tomaba el antidepresivo Anafranil: encontré ahí un punto donde mis interés en neurología y redes sociales se podían conectar. Había encontrado mi pineal descartiana?
Porque el orgasmo es contagioso, como los bostezos, pero no queda del todo claro por donde. Ni como. Para empezar uno puede decir que cuanto mas cercano emocionalmente es un contacto mas probabilidades hay de que nos contagiemos, ya sea de la idea de comprar un tulipán, adoptar un club como simpatizantes, bostezar o contagiarnos un resfrío.
Pero es tan así? Lo estudios de resonancia magnética nuclear demuestran que nuestro cerebro reacciona con mucho menos temor cuando está inundado de Ocitocina, un falso neurotransmisor que predomina en las mujeres. A mas ocitocina mas contacto. Las madres que amamantan desbordan de amor por su bebé y Ocitocina.
La Ocitocina es importante porque nos conecta y porque desencadena nuestro bostezo, especialmente cuando vemos a otro (humano o no) bostezar.
El bostezo despierta, conecta, enciende un traza de enlaces.
En realidad muchas cosas parecen funcionar así: la obesidad, la distribución del HIV, la frecuencia de menstruación en ciudades con cárceles de mujeres, la moda, en fin, muchas situaciones cotidianas son promovidas u obturadas por las redes, por los contactos.
¿Cuanto tienen que ver los media? Tanto en formato como en contenidos, es un tema a mi modo de ver sin resolver.
Lo que si sabemos es que cuando vemos las resonancias magnéticas funcionales de usuarios habituales de Internet éstos reclutan mas grupos neuronales que los internautas silvestres y en ese sentido tenemos que darle la derecha a “Cultura basura, cerebros privilegiados” del divulgador científico Steven Johnson cuando plantea que cuanto mas media mejor, no importa mucho de cual se trate porque la cultura de masas está aumentando de complejidad progresivamente a causa de tres factores interrelacionados: los apetitos naturales del cerebro, el sistema económico de la industria cultural y las plataformas tecnológicas en evolución.
Es que nuestro sistema nervioso ama las diferencias y disfruta adictivamente de encontrarlas eso se debe a la Dopamina pero también a algunos números mágicos, de esos que disfrutan los cabalistas.
Me refiero a numero pero también a modos de conexión, a topologías. Muchos estudiantes de secundario revisaran la disputa entre Goli y Cajal en los que se dice que el segundo ganó la pulseada, auqne a ambos se les dió el premio Nobel.
Sin embargo mi humilde opinión es que Golgi tenía razón y que tenemos que pensar mucho mas en redes neuronales que en neuronas, mas en sistemas de circulacion que en gotas de sangre, mas en tramas de colectivos que en sujetos milagrosos y es que tenemos prubas hasta empíricas para apuntalarnos: cuanto mejor conectado está un cerebro mayos será el coeficiente intelectual, cuanto menor mayor la probabilidad de enfermedades mentales.
Es, como decia Golgi, una cuestio de como están las cosas conectadas y como se forman esas conexiones, como se ve en los estudios de resonancia magnética funcional donde se puede reconocer que areas cerebrales se activan ante las discordancs, como influye el miedo, el amor, la educación musical en el desarrollo.
En fin, Spinozza tenía razón y somos mucho mas emocionales de lo que creíamos, estamos mucho mas en rede de lo que nos animamos a aceptar?
Quizás se trate de ahondarse en el conocimiento emocional y reticular y realmente es urgente, porque en poco tiempo habrá mas dispositivos inalámbricos que perosnas en este planeta, trasmitiendose emociones unos a otros.
El neurólogo Damasio es optimista, también lo eran los holandeses del siglo XVII, como nuestro “Caballero sonriente” de Frans Hals que ilustra el final de la presentación que se puede ver acá abajo.
Ah propósito, en Buenos Aires eran muy optimistas ya en 1632, tanto que años después se plasmaría en lo que serían la capital de las “provincias unidas del sur”, como dice el himno nacional argentino.