Las películas en blanco y negro son mis favoritas, supongo que por su vertiente documental, pero también porque explican muchas cosas.
Por ejemplo, viendo esta escena porteña de los 50, tomada en la Plaza del Resero del barrio de Mataderos, se puede empezar a entender porqué es tan espantoso escuchar presentaciones en las que el expositor lee cada una de las diapositivas.
Porque creo que todos estamos de acuerdo en que la lectura literal de diapositivas de la pantalla es hoy en dia casi un insulto que sólo puede perdonársele a un expositor novato.
Hoy desconfiamos de las palabras escritas mas de las que se lleva el viento y quizás por eso las actuaciones cinematográficas de aquellos años nos resultan forzadas, sin “naturalidad”, demasiado compositivas, es decir demasiado escritas: ¿Porqué la pareja se ha colocado a la izquierda (están a la derecha en realidad)? ¿Porque ninguno de los actores ha hecho de James Dean y se ha salido de su lugar?
Es que si aquel formato se privilegiaba la reproducción del libreto, más que la expresión de los sucesos, mejor las diapositivas con íconos, mejor las farsas y las gigantografías.
Están terminando los viejos medios de poner todo en su orden después de las elecciones de hoy: hileras de candidatos saludando como en miss mundo, jerarquías de primeros planos, reapropiación de los pescados podridos arrojados al mar (revestidos de aceptación), twitts y facebookiadas relatados en tiempo real por la TV.
Están terminando. En poco tiempo todos volveremos a cobrar el cheque de principio de mes. Así es como habría que ver a Facebook.
Me voy a dormir con la sensación de que en las películas en blanco y negro se pueden explicar muchas cosas.