En un artículo del psicoanalista, lacaniano, populista y escritor (bueno, somos todo escritores hoy en día) Jorge Alemán titulado LA CUESTIÓN DEL LÍDER el autor hace algunas reflexiones en torno a la cuestión del liderazgo populista, al que liga con la emancipación.
Ese es el eje del texto. El líder que emancipa. Los que hemos sido atravesados de alguna manera por el psicoanálisis debemos reconocer que es un tema al menos muy problemático y no por eso menos obvio: el sujeto se emancipa de su líder, interno o externo, pongámoslo en estos términos, no en un líder como postula Alemán. Pero veamos el artículo con el detalle que se pueda.
Seccionemos algunas porciones del texto. Dice Alemán: «Últimamente se suele discutir una y otra vez la cuestión del líder…” y dice luego “…más allá de los enormes problemas y debates que este asunto, de modo inevitable suscita, habría que constatar que es el propio poder mediático el que odia la consolidación de un líder popular.” Es decir, no dice agua va pero ya tenemos el líder y el poder como dos entidades diferenciadas, tanto que pareciera que el poder no tiene líder y que el líder no tiene poder.
Luego se zambulle en las aguas de lo instituyente y dice que no se refiere “al líder primario … que despierta una hipnosis paralizante, sino al líder que emerge como el resultado de un proceso instituyente de vocación emancipatoria” y de ahí recuerda que “los medios son una fábrica de personajes políticos”. Me voy a referir luego este sutil punto, pero dejo la banderita en Flandes: para Alemán se trata de un líder que viene de abajo, porque emerge, no se sumerje.
De alguna manera, quien conoce el tipo de argumentación del autodenominado “kirchnerismo”, podría ya adivinar el resto: “el Líder embarcado en una apuesta por una transformación seria en la articulación hegemónica de una voluntad colectiva …” bla bla bla. ¿Cual es la sutileza de este populista? La mayúscula. La mayúscula anuncia a su napoleón, a su napoleona en este caso, porque dice “El líder es la prueba de existencia de dicha voluntad y su nombre propio…. el lugar donde las tensiones internas se entrecruzan sin poder ser nunca sintetizadas del todo”.
Luego obtiene la muestra que confirma su hipótesis. Alemán mete la cuchara en la cloaca y encuentra que “Si los medios corporativos más tarde o más temprano terminan por odiar al líder instituyente es porque se les escapa de sus dispositivos de producción de personajes“. Luego dice que su líder es de izquierda, que hay que cuidarlo, y critica la “aversión intelectual a la figura del líder” y todas esas figuras decorativas.
Pienso que para empezar el uso del “una y otra vez” con el que arranca Alemán desliza una retórica del #yameaburrieron con el asunto ese de la república. Los problemas son enormes dice Alemán pero él es como un superhijitus que los revolea apenas se le ocurre, porque una especie de algoritmo en su procesamiento de creencias le dice que debe pasar a otra cosa. Es decir “estoy aburrido” dice Alemán y tiene que resolver algo rápido. Mejor dicho: tiene que resolverse en algo. Se siente diluido y como el azúcar en un café quiere volver rápidamente a ser un terrón. Tan rápido como lo que le diría un líder.
Ahora bien: que esté aburrido Aleman, ademas que a mi me importa un bledo (pero entiendo que a alguno pueda preocuparle), no es un argumento. Luego como vimos avanza con lo instituyente/instituido, lo crítico y la emancipación. No puede haber meollo más enredado que ese pero además más incierto, más abierto al infinito interpretativo y menos legítimo de incorporar a un mecanismo lógico que implique descartar la propia agencia.
La cuestión es mucho mas simple mi querido Aleman: igualdad de opinión y desproporción en la distribución de recursos es algo que no tiene ninguna solución posible, aunque los franceses lo intentaron en su revolución, pero meterse en un pastiche como el que propone no tiene donde sostenerse y cae por su propio peso arriba suyo, poniéndolo en ridículo.
Pero supongamos que se puede sacar algo interesante del ridículo, digamos, como de un fallido. ¿Por qué no? El resultado final del populismo ya lo dice el inconsistente de Diana Conti públicamente: hay que ser rico para luchar contra los ricos. Que sea luego el líder (o su Líder con mayúsculas) de los emancipados es algo menor, porque no se puede ser emancipador si no se es emancipado en recursos. Es la conclusión a la que no se anima Alemán abiertamente, pero que las segundas y terceras líneas del autodenominado “kirchnerismo” han sabido aprovechar, como se puede ver analizando la composición de las poblaciones de muchos countries del conurbano.
Luego viene en el artículo lo que me permito calificar como una sarta. Una sarta es una serie de cosas ensartadas una tras otra en un hilo. Una sarta de ideas arrojadas como slogans que carecen de apoyo empírico y si se quiere poco apoyo en estudios culturales, salvo de algunas universidades financiadas por la Líder (creada por el poderoso Clarín en su momento) para hacer surfear fondos público hacia sus arcas, tales como que los medios son fábricas que destilan algún tipo de sustancia que los pueblos (usando léxico populista) se tragan sin saber, porque ya lo dijo la Líder de Alemán: no tienen los jugos gástricos mentales que Ella si tiene para darse cuenta, para leer entre-líneas.
Y por último, esto lo digo después de una lectura tan rápida como la que merece lo que escribe el lacano populista Alemán, está lo de la des-autorización del intelectual, una especie de seis-siete-ochización con palabras complicadas. Sería algo así como que para cualquier autodenominado “kirchnerista” el “no-kirchnerista” es un abstracto, es un ingenuo, es si se quiere un cómplice de la dictadura de los medios. Es un enemigo interno para decirlo más claramente.
No vale más la pena seguir porque cualquiera que piense un segundo entiende que no puede haber ninguna emancipación que implica seguir lealmente a un líder capaz de traicionarlo a la primera de cambio, por eso tenemos la democracia y la república y no somos una teocracia como Irán, por ejemplo.
Decir todo esto no quiere decir que no existan los líderes positivos, los que se ponen al frente de un proyecto y lo sacan adelante: ya sea creando un grupo de papyfutbol como un país. Se trata de otra sustancia argumental, que Aleman no toca.
En fin, un texto para el olvido y para que la historiografía haga una nota al pie dentro de dos siglos sobre el tipo de tonterías con las que tuvimos que convivir los republicanos.
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