¿Qué es lo que hace que las trayectorias de la carrera del boxeador Carlos Monzón, la historia de Constantinopla o la difusión del tenedor en la sociedad sean tan parecidas?
¿Por qué la escritura, el telégrafo, la radio, la TV o Facebook tuvieron (de acuerdo al gráfico que se ve a la izquierda) un período A, otro B y finalmente otro C antes de empezar a caer en el olvido?
¿Por qué todo fracasa, pero al mismo tiempo tiende a dejarle el lugar a otra cosa que lo supera, lo revierte o lo contiene? Jorge Luis Borges, al final de su carrera, se convirtió en un notable conferencista que se preguntaba ¿por qué todas las cosas van dejándonos?
La función sigmoide permite describir esta evolución común. Las curvas S (o curvas sigmoideas) permiten visualizar el ciclo de vida de lo exitoso. Un principio aplanado, utilizando energía desperdiciada por otros, luego el pasaje por un punto crítico en el que se acopia exponencialmente un recurso disponible y por último un agotamiento y estabilización final.
Pero estas curvas S explican contienen tambien una solución al problema y por qué de la necesidad de reinvención y del cambio regular y también la razón de porqué justo cuando una tecnología, ser vivo o meme existente parece que ha dominado todo su ecosistema, en realidad está entrando en crisis.
Dos curvas sigmoideas
En el gráfico de la izquierda, la zona con barras verticales representa la zona de incertidumbre, donde una especie, una tecnología, una persona o una idea corre el riesgo de ser reemplazada por otra si no cambia.
Lo interesante es que esta matemática aplica a genes, memes y tremes por igual.
La “zona de dilema” es donde los nuevo actores, potencialmente perturbadores, están en sus etapas más tempranas y en peligro de ser observados por la tecnología predominante o modelo y sin embargo suelen ser tan minúsculas que no se les presta atención.
El cristianismo, la ventana o la notebook fueron sutilezas marginales en su momento.
Si vemos el mundo que nos rodea con estas funciones en la cabeza quedará claro cuando adelantar, cuando retroceder y cuando quedarnos en el molde y porqué es tan importante estar atento, observando lo que transcurre.
Muchas organizaciones desconocen sus crisis, muchas especies no desconfiaron de otras que aparecían como marginando, muchas ideas no evaluaron adecuadamente sus contornos y así evitaron adaptarse con un cambio significativo (A) hasta que cuando alcanzaron su crisis (punto B) ya era demasiado tarde: en ese momento los recursos se agotan y la energía para el pensamiento creativo tiene tan poca potencia que evolucionar se hace muy difícil.
Poner la atención en el punto A implica necesariamente entender a los actores del juego, cuales son sus conexionados y diseñar nuevos enlazamientos que creen trayectorias nuevas.
Por ejemplo es la conversión de un futbolista en director técnico. De la hoja en pétalo. Del lobo en perro. En esos casos a medida que la primera curva se apagaba, se desplegaba con la segunda, que sería la dominante luego.
El problema es que se nos enseña que, cuando llegamos al punto A, estamos en el mejor momento, cuando en realidad es todo lo contrario.
La gastada idea de re-invención podría permitirnos pensar que saltar a la segunda curva de nuestras vidas, de nuestros intereses, de nuestras amistades.
Rudolf Steiner, en su libro sobre antroposofía, propone que cuando algo concluye, algo comienza, que perdiendo es que podemos ganar, a condición de que tengamos presentes estas invisibles reglas de las curvas.
Las dos curvas, las dos trayectorias. la zona en la que se cruzan y una idea sobre porqué cosas que son tan distintas son tambien tan parecidas.