Hablar de algo antes que exista o cuando ya es algo residual es bien complicado. Entonces poco podemos decir de una sociedad basada en algoritmos computacionales o de otra basada en la esclavitud.
Por ejemplo Esteban Echeverría hablaba de socialismo en Argentina antes que existiera el socialismo científico y antes de que la misma Argentina también existiera.
Las cosas son así que les vas a hacer
Echeverría era el típico joven brillante, de esos en los que se ponen muchas fichas y que raramente pagan dividendos. Jóvenes tan brillantes que descubren la trampa de su brillo: trataba de Sultán al mismísimo Rosas y de aristocráticos a los unitarios.
Echeverría tenía opiniones de las más controvertidas. Para él la solución estaba mucho más en los municipios que en las provincias o la nación misma.
Sebreli lo critica por lo que lo admiro: en El Dogma Socialista no lo conformaban ni a los unitarios ni a los federales, a los que tildaba despectivamente de facciones. Algo parecido me sucede con el #macristinismo, o con la otra falsa dicotomía entre republicanos y demócratas en USA.
Quizás no toda dicotomía sea falsa, algunos conceptos superan más que compensan un péndulo. Por ejemplo entiendo que la república, que es la opuesto a la monarquía, significa en el fondo que todos son más o menos iguales ante la Ley. Y eso es más que monarquía, no solo su opuesto.
Todos pagamos por la Ley, después de todo. En cambio la democracia en una forma de gobierno basada en la renovación periódica de autoridades electas.
Ahora lo que creo es que no puede haber república sin Virtud. Quizás esa sea la razón de que ya no tengamos República en Argentina. La virtud republicana es la mayor resistencia al cesarismo. Las personas virtuosas prefieren andar en pelotas antes que bien gobernados por un autócrata.
En un punto una persona virtuosa es la que hace bien sus cosas: plomero, cirujano, programador, estudiante o recolector. Pero una persona con virtud republicana es más difícil de entender.
Césares, Césares, Césares
Para muchos la república es una idea secundaria: para ellos primero está la Asignación Universal por Hijos que propuso Carrió o las jubilaciones masivas antes que vivir en una república.
Sin embargo eso es una chicana. O una torpeza. Eso es poner el corto plazo delante del largo. Es quitar recursos y oportunidades a lo que quieran ejercer su virtud. Virtud republicana es no vender las ideas, es expresarlas tal como bien, desconectándolas del inmediato interés personal o de la facción.
Pero no alcanza con la virtud republicana, claro. La virtud necesita de una red de otras cosas. La virtud funciona unida a la autonomía de cada uno de los agentes que forman una sociedad, al debate que puedan realizar abiertamente, a la vigencia y respeto de Ley y al ejercicio de ciudadanía misma.
La república está perdida, pero sigue vigente como idea, lo que no es gratuito: si falta la virtud surge un César, sea Perón, sea Roca o sea el Virrey Bucarelli.
Ahora, volviendo a la idea de virtud, uno no puede dejar de notar lo anticuado de un término que alude a fuerza o virilidad entendidas como hombría, ahora que estas cuestiones tienen tanta mala prensa.
Por eso revolviendo el tema me acordé de eso de que “en virtud de”, es decir en virtud de que llovió hubo mucha soja. Parece ser un enfoque más actual, y más antiguo al mismo tiempo.
Es decir la virtud sería como el denuedo, como una calidad destacable, como algo más allá del coraje que se plasma en situaciones beneficiosas para el colectivo.
Juan Bautista Alberdi, en un artículo en el que despide a Esteban Echeverría, dice algo que tiene vigencia aún hoy:”la virtud es la acción, y que todo pensamiento que no se realiza, es una quimera indigna del hombre”.
Quizás por esto de la falta de virtud es que la república está perdida: lentamente construiremos un nuevo César.