Este 2 de abril fue feriado y estuvo bien nublado.
Era la tarde cuando la TV todavía festejaba casi indisimuladamente la muerte de Alfonsín (bastaba ver al vicepresidente en ejercicio saludando a los balcones desde lo vitoreaban con un “cobos-cobos”).
En el supermercado la clase media se disponía en largas colas de carritos a full, rumbo a las pobres cajeras que se espantaban de los productos que todavía les quedaban por pasar.
Yo estuve leyendo Vida y muerte en las grandes ciudades de Jane Jacobs donde se puede descubrir porqué los políticos son tan intercambiables y los habitantes tan repetitivos: la diferencia está en la matriz de miradas y las miradas, dice Jacobs, están siendo alisadas.
Siempre es posible que se cometan los crímenes mas horrorosos en los lugares mas iluminados, a condición de que nadie esté mirando. Pero quien está mirando?
En la TV, metida a fondo en la muerte a pesar de la hora y de los canales, se veían pedazos de soldados ingleses y argentinos revolviéndose impúdicamente frente a las cámaras, a las que ni las balas ni los generales se atrevían a frenar. Fue hace veintitantos años, pero no creo que importe mucho.
Ayer o no se en que círculo de tiempo, hablábamos con los alumnos de los asaltos en los que habíamos hecho de víctimas estos días: ¿cómo ninguna pandilla nos había protegido de las estadísticas?
Habíamos quedados atrapados en redes. Pensamos. Del delito o vaya a saber de que.
Jorge Arabito me alerta en Facebook que me quede tranquilo, que no habrá asaltos en nombre de Alfonsín. Alfonsín a muerto y la TV pasea su cadáver por todo el espectro, no habrá tiempo para delitos. Todavía. Habrá que esperar un par de dias.
Entonces recuerdo que estoy preparando mis clases sobre Facebook. Que estoy pensando si Facebook puede ser pensado como una ciudad, una ciudad virtual donde las personas alojan sus avatares a bajísimo costo.
En la TV una señora ha sido asfixiada por sus captores. Ya tenía 83 años y de algo tenía que morir, despues de todo. Recuerdo que hace un mes asistí a una vecina que había tenido un problema parecido: la dejaron 2 dias atada a una silla, sin poder moverse, hasta que llegó su hijo de casualidad.
Roberto me dice que no es un problema real, que la TV exagera: en su Facebook real, es decir en su barrio, nadie a sufrido una asalto en los últimos dias. La TV no ha tenido que ir para nada y la corte suprema lo corrobora: “los medios exageran” dice la sentencia.
Hablábamos con los alumnos de la entropía de las ciudades y de la forma de un arma, de lo que dice con su peso, con su color, con las marcas donde apoyar los dedos.
Un revolver contiene adentro suyo a muchos ingenieros, soldados, ladrones y víctimas. Contiene a la historia de la pólvora y a todo el arte de la seducción, a las minas de hierro y a los que derriten monedas para volcar lo fundido en puntas de bala.
Pienso: en Facebook se tejen miradas, tramas de gestos, “calles” en donde se cocen nuevos artefactos y nuevas caretas. Hay que leer a Jane Jacobs le dije a los alumnos. Y a Bruno Latour que aun no se ha ganado el premio nobel.
Así estaban las cosas, en este 2 de abril nublado.