Los americanos tienen esa extraña compulsión a “convertir en realidad”.
Llegan a la Luna y desde ahí se preguntan de que les sirve. Tienen una conexión racional con el mundo: calculan, grafican, se ponen objetivos, controlan resultados.
Los franceses en cambio “convierten en sueños” lo que nunca vivirán. Inventan estructuras, bocetan formas invisibles, se especializan en deseos y todo lo hacen desde el planeta Tierra, mirando a la Luna.
Son modos de estar en el mundo, en la sociedad. Son predisposiciones. Sistemas predeterminados de comportamientos mas o menos empaquetados y listos para usar que se van formando en la interacción entre vida social y evolución biológica.
Veamos a la economía, una ciencia que vive entre los dos determinantes. Los americanos llevaron el capitalismo, eso que inventaron los holandeses en el siglo XVII, a su máxima expresión: la crisis del 29, la Gran Depresión que casi se lleva puesto todo. En economía depresión significa que se comprará y venderá barato y la verdad es que así no puede funcionar el capitalismo.
La economía funciona comprando barato y vendiendo caro, salvo durante las burbujas en las que se compra caro para vender mas caro aún. En realidad el sistema funciona así: hay períodos “normales” en los que cada tanto se producen burbujas y depresiones, que son como sacudones que reestructuran los sistemas de conexiones, períodos en los que mas sensibles suelen hacer ganancias fenomenales.
¿Cómo saber en que fase nos encontramos? Estos temas apasionaban a Keynes, un tipo tan raro que fue homosexual hasta que probó la heterosexualidad y desde entonces vivió feliz con su esposa rusa. Keynes perdió una fortuna en la depresión del 29 y lo que quería era que se volviera al capitalismo normal: comprar barato y vender caro, cosa que según su opinión se podría lograr con intervenciones moduladas del Estado.
¿Pero cuando intervenir? ¿Por la razón o por la emoción? Keynes quería seguir dándose una vida tranquila y confortable y había descubierto que una economía podría estar hundida decenas de años, siglos eventualmente y no estaba dispuesto a que eso sucediera al menos mientras el estuviera vivo.
Cuando ocurrió la Depresión hubo que actuar. O no actuar. Cuando Roosevelt creó el New Deal no entendía bien cómo las medidas recomendadas por Keynes de aumento de gasto, y en consecuencia, del déficit, fueran algo positivo en épocas de crisis, pero lo hizo. Digamos que actuó, que fué a la Luna.
Los franceses en cambio se quejaron de lo injusto que era todo y se quedaron inmóviles, esperando que el patrón oro no los llevara a una deflación, desempleo y empantanamiento de la economía que igualmente se produjo. Se podría decir que se quedaron en la Tierra, soñando en un mundo mejor.
Ambos fracasaron, ambos tuvieron éxito. Emociones o razón. El tema sigue vigente tanto que a estas cosas se enfrentó Obama en 2008 cuando dijo que quedarse quieto era mas costoso y con inversiones estatales en cosas como la energía solar recuperó, parcialmente, la confianza, el llamado espíritu animal keynesiano. Obama había ido a la Luna.
Los franceses simplemente esperaron el tsunami de la crisis de las hipotecas y terminaron haciendo lo mismo: esperar que las cosas mejoraran, ayudando a los bancos.
¿Intervenir o esperar? ¿Actuar o soñar? Esto me devuelve al principio de este posteo: los franceses o los americanos tomando decisiones desde la razón, desde la emociones o no tomándolas. En estos años muchos filósofos se han llenado la boca con la inteligencia emocional y cosas así, mezclando en un extraño puré que no entienden a las emociones con los razonamientos.
La verdad es que las neurociencias nos están diciendo otra cosa. Lo que no saben algunos filósofos ni sabía Keynes es lo que ahora nos dicen los neurocientíficos sobre las empatías. Hay dos empatías: la empatía emocional y la empatía racional. O dicho de otro modo: hay conexionados emocionales y racionales. Hay franceses y americanos.
La empatía emocional es cuando uno siente lo mismo que otra persona. La empatía racional es cuando se intenta comprender las emociones de otra persona, intelectualmente. Los cerebros de las personas que responden racionalmente a las emociones son diferentes de los que responden emocionalmente.
Utilizamos las empatías para navegar por el mundo social, para comunicarnos, para construir relaciones y para comprender a los demás. La empatía es una construcción de múltiples componentes, pero la empatía afectiva y la empatía cognitiva están representadas diferencialmente en la morfología cerebral. No es un puré, es una ensalada rusa en la que una y otra empatías interactúan, pero conservando cada una sus colores.
En una sociedad donde las condiciones personales van naufragando de a poco y son remplazadas por sistemas de enlaces, optar por emociones o razones en cada momento será una decisión cada vez mas importante para entender como vivir, que comprar, que vender y sobre todo cuando tomar decisiones.
¿Los franceses, los americanos o los dos? No se trata de ganadores, de opciones definitivas. Yo creo que los dos, pero tomando lo mejor de cada modo para cada situación, acá con emoción, allá con razones. Pautas diferentes de conexión.
Sea como fuere para tener una vida dichosa necesitaremos cada vez mas de la neurociencias.