Veo el país con ojos peronistas y ahí están los sistemas de asistencia a pibes y embarazadas, la ampliación de derechos de los grupos sociales postergados o discriminados, la justicia con los delitos de lesa humanidad de los 70 y los programas sociales para inqulinos, estudiantes o enfermos y me siento orgulloso. Me siento ganador, siento que mando, que tengo la sartén por el mango y me divierto pensando que no van a poder.
Veo el mundo desde los ojos de los conservadores liberales y ahí están el metrobus, las bicisendas, los túneles, el aire acondicionado de los subtes y otras vías para mejorar la eficiencia en la movilización de trabajadores, así como una organización mas efectiva de los procesos administrativos de la gestión del gobierno y me siento orgulloso. En mi pequeño reducto me siento un ciudadano del mundo del siglo XXI: miniaturas, velocidad, elevación satelital y la serenidad de ver a la gente haciendo las cosas por una paga justa y me divierto pensando que no van a poder.
Pero cuando me sacó esos lentes y veo con mis propios ojos ahí están la plutocracia, la absurda concentración de la riqueza, el autoritarismo, el monocultivo contaminante y otras formas de extractivismo salvaje.
Veo la infraestructura realizada con costos cuadriplicados, veo el impuesto inflacionario, las dinastías feudales de las provincias de los bordes y las lujosísimas torres vacías de Puerto Madero.
Veo millones de personas empobrecidas: comiendo fideos y tomando alcoholes baratos, consumiendo productos culturales metonímicos, sincronizándose a la vida urbana con drogas dañinas, usando ropas, calles y edificios inadecuados, descuidados en sus necesidades de salud, educación y justicia.
Veo que el sistema de toma de decisiones es inadecuado, caprichoso, retrógrado y antidemocrático, aún cuando es obligatorio ir a votar. Veo que las élites políticas se han despegado completamente de aquellos a los que en otras generaciones representaban. Las veo hablándole a las imágenes que tienen de sí mismas en la TV y en Twitter.
Veo como se desperdicia el esfuerzo de tanta gente que pone un negocio, empieza una carrera o se entrena duro por falta de un humus social que los contenga.
La solución de estos problemas no es fácil ni puedo definirla con totalidad, por suerte y existen muchas evidencias que dicen que el modelo democrático es el mejor para tomar decisiones adecuadas. Sin embargo la democracia tal como fue inventada por los europeos en el siglo XVII ha sido cooptada y los frutos que puede dar son limitados.
Para que se puedan tomar decisiones democráticas hay algunos requisitos. Primero se necesita cierta autonomía de los actores, por otro aprender del siglo XXI, que ya lleva creado lo mismo que la humanidad había provisto desde sus orígenes nómades. El asunto da para otros posteos, pero la evidencia demuestra que nada de eso está pasando.
Con Ezequiel Borensztein nombramos a todo esto como #macristinismo hace varios años.
Yo hice el esfuerzo de ver con sus ojos, espero que Uds puedan hacer el mismo ejercicio y de ahí entonces podamos sacar una visión que nos incluya a todos.