Algunas noches, especialmente sábados y feriados, mis vecinos tratan de que escuche cumbia. Últimamente les devuelvo el regalo con unos tanguitos que les envío por la ventana. Me acordaba de esto hoy, que es el #DiadelTango.
Admito que se me puede criticar por muchos motivos. Por ejemplo se dice que el tango ha quedado desarticulado de su origen social, que está seco, fuera de los circuitos que lo alimentaban y hay que reconocer que es verdad. Hasta Piazzola decía que el tango había muerto y el ubicaba esa defunción en el lejano 1955.
Dicen que el tango, sin sus viejos feedbacks con las revistas, las discográficas y el cine, sin autores, ni callejones, ni circuitos comerciales, sin las liturgias orilleras, sin todas esas cosas que lo alimentaban como un fuelle, dicen, queseyo, dicen que el tango se fue fosilizando, se cristalizó, se convirtió en una reliquia.
Es verdad, pero sigo regalándole tango a mis vecinos, porque el tango te atrapa cada tanto, o renace, como cuando con la esperanza que había abierto la democracia nuevos tangos como “Vuelvo al sur” se escuchaban en los cines. Aquel 1988 salí de cine con la música de Astor Piazzolla y la letra de Pino Solanas en la piel.
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