La canción porteña
La psiquiatría fue la excusa para que lo visitara en su departamento. Una vez por mes. Se podría decir que yo hacía de psiquiatra y él de paciente pero ambos sabíamos que no era así.
Nos encontrábamos en aquel edificio rectangular que parecía un acantilado, tirado al Sol de las tardes como otros, más o menos iguales, al oeste de la ciudad, sobre la autopista que va al aeropuerto internacional.