Esa extraña embriaguez de algunos muertos
Estamos inundados de signos. Como indicios se enlazan unos con otros, formando inmensas redes en nuestras cabezas.
Así, la publicidad recuerda la montaña a la que sólo se accede en las vacacionales, pero tambien al alpinista que cayó por el precipicio; así el árbol recuerda la charla que se tuvo ahí hace décadas, pero tambien a la deforestación descontrolada.
Sin embargo, a veces un signo puede caer bajo sospecha de ser un signo puro, un signo obsceno, como una huella que no remite a ninguna pisada, salvo a sí misma, como acostumbran los narcisistas.