Riñones en la cabeza
Nacemos con un riñón de más. O mejor dicho con dos mitades renales de más. Es que esas dos mochilas que llevamos adentro de la espalda tienen reservas celulares que se mantienen intactas añares, para que las empecemos a usar luego de cruzar el medio siglo de vida. Como las reservas de los ejércitos, que aparecían cuando la infantería era aplastada por el enemigo, para que la batalla siguiera un poco más.
Sin embargo no siempre es así: en esta época de sobreinformación los tóxicos de las gaseosas, los aminoácidos, el stress, el síndrome metabólico y la vida maquinal oxidan estos repuestos antes de que podamos usarlos.
Agotados los riñones aparecen entonces la hipertensión arterial y toda su saga: cefaleas, infartos, accidentes vasculares, dietas y pastillitas.