Facebook en la penumbra
Las sombras aparecen en lugares bien raros.
Platón las soñó en una caverna habitada por unos cautivos que, de tanto ver siluetas contra la pared del fondo, se terminaban creyendo que existían en sí, no que eran los bordes de objetos que se interponían entre ellos y el sol.
En la pesadilla, esos prisioneros identificaban su existencia misma como sombras y solamente cuando uno de ellos (Sócrates) escapaba, descubría a los “objetos” del mundo: las sombras eran de ahora en más solamente el reflejo de un mundo exterior y real. Hay otras versiones, pero me acordé de esta.
Sea como fuere se inauguraba así, con esto del salir de la cueva, ese mito de que cada uno es libre de pensar lo que quiere, de que cada uno hace lo que quiere y de que cada uno debe “conocerse a si mismo”: cada cual debe saber que tiene un cuerpo que detiene los rayos de luz.