Uno de los problemas que tienen algunas ideas clásicas es que nos creemos que se mantienen indemnes en el tiempo. Te pones a leer a Adam Smith o a Carlos Marx y ya la forma en que expresan como fluyen sus ideas es tan atractiva que uno puede dejar llevarse por esa ola mental. Peor el mundo cambia. ¿Cómo cambia?
Los ciclos de innovación y de-crecimiento económico (Joseph Schumpeter) parecen decirnos que, tal como la evolución de los seres vivos, en la vida socioeconómica se producen saltos puntuados. No es un continuo, sino más bien como una escalera donde hay pedadas y alzadas.
Al menos desde que existe la ciencias económica los ciclos de innovación han impactado el desarrollo de las sociedades desde 1785.
Durante la primera ola de la Revolución Industrial, la energía hidráulica fue fundamental en la fabricación de papel, textiles y artículos de hierro. A diferencia de los molinos del pasado, las presas alimentaban turbinas a través de complejos sistemas de correas. Los avances en textiles atrajeron laa poblaciones a las ciudades donde las condiciones de vida pasaron a ser paupérrimas, eso fue lo que vió Engels cuando visitaba a su novia.
Con la segunda ola , aproximadamente entre 1845 y 1900, se produjeron avances significativos en el ferrocarril, el vapor y el acero. La industria ferroviaria no solo afectó a innumerables industrias, desde el hierro y el petróleo hasta el acero y el cobre sino que conectó e hibridizó culturas, participando en la creación de las naciones como hoy las conocemos. El socialismo dió origen a sus formaciones mas clásicas: cooperativas, clubes, bibliotecas, partidos socialistas.
La aparición de la electricidad y la comunicación telefónica y radial a través de la tercera ola dominó la primera mitad del siglo XX. Todos los habitantes del las ciudades compartían cada dia un men´de noticias que los conectabas, creándose los partidos de masas. Henry Ford presentó el Modelo T y la línea de montaje transformó la industria automotriz, pero lo mas importante es que se creó una metáfora de vida T. LOs vecinos pasaron a ser seres intercambiables, reciclables. Los autos y las autopistas se vincularon con un tipo de expansión de las ciudades que se vio principalmente en USA. Esa metáfora de que todo estaba acá pero podía estar allá creó el monstruo metastásico del comunismo soviético.
Más tarde, en la cuarta ola, la aviación, las agencias de noticias y la TV comprimieron el mundo y prepararon la globalización. Así ya no se trataba del barrio o la ciudad, sino de las noticias mundiales, fueran cataclismos naturales, asesinatos de presidentes, viajes espaciales o inauguraciones monumentales. Ahora se podía ver lo que sucedía en Vietnam, o en Alemania Oriental, y si no se podía ver lo de Alemania Oriental se sabía porqué.
Después de la aparición de Internet a principios de la década de 1990, se amplificó y extendió el acceso a los datos y la información. El sovietismo había estallado y el socialismo, sin merecerlo posiblemente, quedó relamiéndose de sus heridas. Surgieron nuevos medios derechizaron el discurso político, nihilizaron las prácticas políticas y destilaron paquetes meméticos que podrían ser dichos por cualquier, en cualquier situación, sin que nada se modificara. Se formaron así grandes coaliciones, grietas y polarización social. Paradójicamente a medida que aumentaba a disponibilidad de datos más difícil se hacía acceder a información veráz, lo que produjo enormes olas de desinformación y fake news.
En cada uno de estos ciclos emergieron progresivamente monopolios, a la sombra de los cuales, iban larvadamente creándose las condiciones para que surgiera la siguiente ola.
Esta quinta ola por ejemplo produjo que nunca el mundo ha estado tan estrechamente conectado y al mismo tiempo fuera tan complicado comunicar algo, porque la información está más controlada por las estructuras de las plataformas de redes GAFA, que como hizo en su momento la industria ferroviaria (controlar los precios y expulsar a los competidores).
LLamativamente, a pesar de que se pudiera creer inicialmente lo contrario, fueron las ideas más retrógradas las que emergieron con fuerza, las de la resistencia al cambio, la de volver a lo peor de la naturaleza como un objeto muerto a nuestra disposición, siendo la presidencia de Trump el culmen de todo ese proceso. Sin embargo aparecieron representantes de un nuevo socialismo postcapitalista, como Sanders o Corbyn, que prepararon el camino a lo que vendrá.
Es posible que a la quinta ola le queden algunos años hasta diluirse y convertirse en parte del tejido social, pero hay que tener presente que hemos entrado en la sexta ola , marcada por la inteligencia artificial y el internet de las cosas (IoT), la robótica, los drones, pero sobre todo la edición de vida mediante técnicas como el crispr cas.
Automatización de sistemas de creación de vida, controlados por contextos de inteligencia artifical que calculan las caracteristicas a modificar o crear para los nuevos seres vivos. A estos temas es que se enfrenta el socialismo creativo.
Las tecnologías limpias (solar, eólica, hidrógeno) podrían pasar a primer plano, pero quién pagará los costos? En el corazón de cada innovación tecnológica se encuentra la solución de problemas complejos, pero también la incubación de los próximos. Estallará el clima? Podrá el socialismo reinventar o se quedará fosilizado en la vieja idea de que las responsabilidades son las del Estado?
Acá es donde hay que buscar muy entre líneas y estar dispuestos a aceptar que las ideas del hace dos o tres siglos ya no son capaces de darnos buenas soluciones para lo que estamos pasando.
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