La última vez que hablé con Mario Cafiero fue una noche que fuimos a comer a una cantina por el centro, con algunos amigos de aquellos años de Proyecto Sur. Estuvimos sentados enfrente y entonces, a lo largo de la conversación más personal, pude sentir que no era ese melancólico que había creído antes.
Un tiempo después intercambiamos algunas frases, cuando la alianza entre Pino Solanas y Carrió en la que él había participado y desde ahí nunca más conversamos.
Con Ezequiel Borensztein le habíamos hecho un reportaje unos años antes, algo que a pedido del entrevistado llamamos #anarcoperonismo.
Hoy me entero que el cáncer se llevó a Mario Cafiero, a la sazón a cargo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo, una de las organizaciones claves en la Argentina, relacionadas con este tema del socialismo creativo, que vamos intentado desgranar acá.
Yo había llevado una de esas camaritas para filmar previas a los smarthphone y Ezequiel aún tenía aquella gloriosa alacena que se puede ver en el video.
Recuerdo que en algún momento de la charla le gustó mucho la idea de que las ciencias sociales en Argentina habían quedado encandiladas por las narrativas de los exiliados: se quedó así, como pensando un rato y dijo luego “es buena esa… es muy buena”.
Es verdad que mi perspectiva está ahora alejada de las que estaba sosteniendo Mario Cafiero, cosa que no debe importarle un bledo a nadie y con razón, pero tengo que reconocer que cada vez que lo escuché, en forma pública o en reuniones cerradas, era notable el volumen de datos e información que tenía como insumos para argumentar.
En fin así son las cosas, QEPD Mario Cafiero.
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