En este posteo iniciamos el recorrido desde los talleres medievales a las organizaciones socialistas del siglo XIX.
Pongamos un punto final arbitrario a la Edad Media: 1492, con el descubrimiento de América.
Vamos hasta 1516: Tomás Moro publica Utopía, la obra que lo hizo célebre, acerca de una sociedad ideal situada en una isla imaginaria.
Ahora nos vamos a París, es 1532 y el Parlamento de París decide el arresto de los mendigos para obligarlos a trabajar en las alcantarillas de la ciudad.
Paris, Paris
Un decreto de 1606 ordena que los mendigos se aguantes azotes en la plaza pública, marcados en el hombro, rapados, y finalmente expulsados de la ciudad.
La misma represión se desliza luego contra las primeras formas de agrupaciones obreras, después de los motines de París en 1621, de Lyon en 1652, y de Ruán en 1639: los “Reglamentos generales” prohíben cualquier asamblea de obreros, toda liga o asociación.
Los mendigos y los trabajadores son reprimidos y expulsados y luego re-introyectados en organizaciones pasteurizantes. Por ejemplo en el Hospital General como práctica de normalización y moralización de los sectores “miserables” de la sociedad.
El trabajador puede ser un vago, pero el vago podrá ser trabajador y visceversa: es un mecanismo de regulación, una respuesta del siglo XVII a la crisis económica española que afecta al mundo occidental en su conjunto.
Hay descenso de salarios, desempleo, escasez de la moneda, expulsión de tierras comunales.
La alteración es clara: mano de obra barata cuando hay trabajo y salarios altos; y, en periodo de desempleo, reabsorción de los ociosos y protección social contra la agitación y los motines.
Docilización
1684. Se crea en el interior del hospital una sección para los muchachos y mujeres de menos de 25 años en el que el trabajo debe ocupar la mayor parte de día. Se define así una versión puramente represiva del trabajo, inclusive ajeno a cualquier interés de producción.
A medida que la innovación tecnológica y la expansión de los mercados sucede, el trabajo se va desdoblando progresivamente, acompañando ese movimiento.
Por una lado el trabajo adaptado, que fluctua, que entra en las proto-fábricas, que se hospitaliza en las crisis, que se dociliza.
Los trabajadores comienzan a tener la mirada vacía, melancólica, esperando que pase el tiempo envueltos en la magia de una religión obligada.
Por otro el trabajo como extensión del trabajador miso, como arte-sania, como auto-conocimientos, que expresa la vitalidad del que transforma su mundo: es el trabajo que va a ir dando origen al trabajo asociado, al trabajo rebelado, al trabajo cooperativo.
Estamos en una época preindustrial, pero en la que ya se van dando las organizaciones de lo que será la producción fabril: por un lado una multitud de artesanos independientes asociados (maestros, oficiales y aprendices) que fabricaban las productos que venden ellos mismos, y por otro la gran fábrica del Rey, donde obreros asalariados fabricaban objetos para el Estado, como armas, ropa, enseres, barcos.
La docilización incluye un programa reticular que incluye horarios, tareas repetitivas y distribuidas, salarios fijos, dias libres para festejar, domingos de descanso.
Rodando hacia abajo
Eso va derivando en no pagos de sueldos, deudas, sistemas de créditos y revueltas y motines provocados por la falta de pan. La presión fiscal se empieza a cargar en los grupos del Tercer Estado. Las revueltas derivan en represión y concesiones.
Las cosas no van a quedar acá. Por lo pronto a mediados del siglo XVIII, otra vez en plena crisis, habrá 12 mil obreros que mendigarán en Ruán y otros tantos en Tours; en Lyon cerrarán los talleres. En París se arrestarán a todos los mendigos, pero luego la orden se extenderá a toda Francia.
Pero estamos en el siglo XVII, falta todavía para que surjan las organizaciones socialistas del siglo XIX, tema que abordaremos e los proximos posteos.
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