En el posteo anterior lo dijimos. Abordaríamos las compuertas que debe atravesar lo artesanal para convertirse en parte del programa socialista creativo. Allá vamos.
Los problemas del arriba-abajo
El primer problema es cómo consiguen las personas acostumbradas durante generaciones a trabajar bajo un patrón, en una empresa privada o estatal hacerse cargo de sus vidas.
Cómo re-aprenden qué colaborar en su trabajo implica mejores beneficios y mejores bienes y más económicos para sus semejante y el mercado.
Un ejemplo es Einhorm, una empresa con dueños pero sin jefes y sin horarios. Cada empleado se fija sus honorarios y las rentas de los duños se distribuyen según sus opiniones. Se tienen en cuenta las necesidades singulares junto con las de la empresa y trabajar en equipo no implica negociar con las “mesas chicas”. Y aún así las ganancias crecen.
Ya mencionamos que cuando se ha intentado desde arriba, desde el centro del poder, producir este efecto de tallerización las consecuencias han sido complicadas.
Si bien el modelo chino merece un examen más exhaustivo, a primera vista parece que carece del impulso por la singularidad propio de las sociedades occidentales, formadas al calor de la variedad de costumbres, idiomas y economías europeas.
Diseñar objetos hoy, tangibles o no, implica un proceso complejo.
Es decir, no es simple: se trata de una serie de puntos de pasos que no terminan, porque las ideas, las emociones y el hacer son provisorios siempre.
Lo que sí podemos afirmar es que en el entorno de las tecnologías del cuarto capitalismo las empresas que facilitan la cooperación son las que han obtenido resultados de mayor calidad.
Es decir el colaborativo trabajo con otros y no contra otros es más eficiente. Producir objetos complejos necesita de productores capaces de crear y recrear, capaces de equivocarse y volver a intentarlo.
En estos contextos la figura clásica del jefe es realmente obsoleta. Debe ser reemplazada por el desarrollador de operaciones colaborativos.
Hacer o no hacer
Ahora bien, un segundo problema es la creación de capacidades de hacer, algo que requiere entrenamiento y transmisión. Lo que estamos viendo es una progresiva cajanegrización de procesos. Recuerdo que mi padre me enseñaba cómo funcionaba el motor de su ford. Hoy en día hay que ser mago para ver esos motores sellados. Cada vez entendemos menos como funcionan las cosas.
Se nos propone usarlas y ya, pero para recrear el modo artesanal de vida deberemos empezar a entender cómo funcionan las cosas, para poder intervenirlas.
En tercer lugar está el problema de la perfección.
El modo de producción artesanal es esquivo al apego a modelados industriales, justamente porque contiene las preguntas del artesano.
Un patrón absoluto de calidad resulta irreconciliable con otro basado en la producción “en proceso”, propio del modo artesanal.
En el próximo posteo veremos, balizadas estas dificultades, porque las nuevas formas de artesanado pueden ser uno de los puntos de apoyo del socialismo creativo.
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