Tengo un amigo que dice que en Argentina tenemos impuestos socialistas. Como no ve un buen resultado termina concluyendo que el socialismo no funciona. Dice y repite: hay que bajar los impuestos.
Ojos que no ven
Pero lo que no tiene en cuenta mi amigo es la cualidad de este sistema impositivo.
Todos sabemos que tenemos impuestos progresivos y regresivos. La relación entre ellos es lo que definiría buena medida como funciona una sociedad. Veremos que aún así las cosas merecen otra mirada.
Los progresivos implican aumentar la carga al que tiene más. Tienden a corregir las distorsiones que va acumulando el capitalismo de elites a medida que evoluciona.
Progresivos son los impuestos al capital, al patrimonio, a las Sociedades, sucesiones y donaciones. El IVA a productos innecesario o suntuarios y las transmisiones patrimoniales. Las exenciones fiscales, créditos fiscales o impuestos selectivos crean indirectamente efectos progresivos de distribución.
Con impuesto regresivos el Estado capta un porcentaje menor a medida en que el ingreso aumenta. Apuntan a que el capital goce de más autonomía y que el asalariado no recupere demasiado poder adquisitivo.
El impuesto al trabajo o el IVA, un 21% que pagan igualmente un asalariado con sueldo básico como un directivo. Los Ingresos Brutos tambien pueden considerarse un impuesto regresivo.
Allí donde fueres haz lo que vieres
Acá es donde nos viene otra vez Carlos Marx a la cabeza. Para él lo principal era la libertad y para alcanzarla la clase trabajadora debía romper con las ataduras de la plusvalía.
Por ejemplo los países nórdicos, respecto a los paises latinoamericanos. Son más respetuoso con el trabajo que con el capital. Con el trabajador que con el capitalista. Con las rentas bajas que con las rentas altas.
Reducen de ese modo la tendencia global a la acumulación de grandes desigualdades a través de medidas fiscales públicas concretas.
Sigamos en Europa: veamos Holanda, ahí existe un impuesto a la renta proporcional. El que más gana paga más del 50 %. Los que menos no se le retiene más del 10 %.
El IVA sí es del 21 %, sí, pero los alimentos y medicamentos solo pagan el 6 %. En Holanda tampoco hay impuesto a las hipotecas.
Sin embargo tambien se nos dice que paises como España, Argentina, Serbia, Grecia, Irlanda o Portugal han terminado en terapias de austeridad electroconvulsiva porque no pudieron establecer un ratio lógico entre impuestos e gastos.
En definitiva desde este enfoque se trata de reducir los impuestos progresivos, es decir el IVA e IIBB y aumentar los regresivos (patrimoniales, sucesorias, ganancias) y sin gastar con precaución. Con eso las cosas irían mucho mejor.
Esta discusión sobre impuestos regresivos y progresivos es heredera de esa discusión pero debemos superarla.
Impuestos a la destrucción del planeta
Pero dado que estamos en la serie de socialismo creativo voy a salirme de estas líneas ya arduamente debatidas.
Dijimos al principio de estos posteos que la mirada socialista tenía aún el problema del antropocentrismo. Eso le impedía ver el núcleo del capitalismo, que no hace casi ningun resarcimiento por el daño que le hace a la naturaleza, a la que considera un mero objeto muerto del que se puede extraer cualquier cosa a condición de que sea rentable.
Acá es donde entran los tributos ecológicos: impuestos, tasas y contribuciones especiales que incentivan la protección ambiental. O compensan los daños ocasionados al medio ambiente o sea a nosotros mismos.
Veamos la parte más generosa del asunto. Según leemos en el articulo Future of manufacturing. Energy scenario: Employment, implications of the Paris Climate Agreement por la Fundación Europea para la mejora de las condiciones de vida y del empleo la transformación de una sociedad basada en carbono hacia otra sostenida en energías renovables aumentará el número de empleos debido a dos motivos: más inversión en infraestructuras y menos gasto en importación de energía. Y no hablan de pocos empleos, calculan 2,5 millones en 10 años, algo que no parece despreciable en las actuales condiciones del mercado laboral.
El asunto no se detiene ahí, se estima que los medios de transporte irán progresivamente despidiéndose del carbono, reduciendo el impacto sobre un medio ambiente ya duramente castigado pero a la vez generando fricciones con los dueños de la torta aún, a saber: las industrias relacionadas con la extracción, distribución y uso de energías no renovables.
Es en definitiva la vieja lucha entre los que mantienen vivo y creciendo al capitalismo al 3 % anual a cualquier costo por un lado y los que decimos que así no podemos seguir, que es suficiente con lo que han hecho ya y que debemos decirles que se detengan.
Los tributos más lógicos
Es un disputa nunca tan abierta como hoy. Nada más escuchábamos a Antonio Braylovky hace poco contarnos el futuro de la provincia de Bs As en pocos años.
Enormes torrentes originados en lluvias tropicales destruyendo las infraestructuras viales construidas por varias generaciones junto con una lengua de mar ingresando por Mar Chiquita y avanzando hacia el centro para entender que estas personas no han sido capaces de prever el efecto de sus actos y que por lo tanto cuando decimos suficiente decimos suficiente.
Algunos no ignoran esto: en Suecia, Noruega y Dinamarca el impuesto sobre el dióxido de carbono ha orientado muchas prácticas productivas, pero digamos que no es solamente regulando a los grandes donde se termina el asunto.
Es acá donde podemos ver cómo puede actuar la tenaza socialista: por un lado regulando la extracción de carbono que hacen los poderosos pero al mismo tiempo reduciendo su demanda desde la base social.
Lo que se necesita es lo de siempre, conciencia del problema, capacidad de nombrarlo y entenderlo para poder transformar la realidad y las fantasías.
Por qué no!