Un amigo suele decirme que es verdad que hay desigualdad en el mundo.
Él prefiere tomarlo como una anomalía que podemos ignorar, no deberíamos preocuparnos por la riqueza de unos pocos.
Sus comentarios me llevaron a reflexionar sobre los problemas de la desigualdad, algo sobre lo que los socialistas tenemos mucho que decir. Si queremos avanzar con la idea de un socialismo creativo debemos detenernos este asunto.
Crecimiento o no tanto?
La relación entre desigualdad y crecimiento económico es extraña. Hace dos siglos David Ricardo afirmaba que el propio beneficio era el motor del crecimiento económico. Algo que compartirían teóricos tan diferentes como Keynes o Schumpeter y aún en los jerarcas soviéticos del siglo XX.
Pero estas ideas están ahora en discusión. El capitalismo se basa en la inversión para producir dispositivos tangibles o intangibles y es evidente que los inversores, basados en su egoísmo, lo harán a cambio de su máximo beneficio.
Y para que eso suceda el sistema capitalista se provee de algunas personas suficientemente ricas como para ser capaces de ahorrar e invertir. El comunismo soviético lo delegaba en el Estado autoritario.
Pero, si nos fijamos, en toda esta argumentación no hay nada necesariamente a favor de la desigualdad en sí misma. Si todos fueran ricos la idea funcionaría también, tanto como si grupos de pequeños inversores cooperaran para invertir. Si todos fueran pobres la idea funcionaría también, pero en escalas más pequeñas. La desigualdad genera entonces pobreza relativa, la verdadera pobreza.
Ahora bien, si hay dos formas de pensar la economía política: es decir la Hayekiano-Keynesiana por un lado y la socialista por el otro, la primera está perfectamente expresada en el libro Las consecuencias económicas de la paz, un libro de la primera posguerra, en el que Keynes reconoce el rol de los ricos en la sociedad. ¿La condición? Que hagan trabajar su riqueza. Es decir, los ricos deben trabajar de ricos. ¿Pero sucede eso?
¿Por acá o por allá?
En realidad los economistas vienen constatando otra cosa y es que la desigualdad no favorece el crecimiento. Por ejemplo un equipo liderado por Roy van der Weide del Banco Mundial demostró empíricamente que la desigualdad beneficia a los ricos.
Para ejemplificarlo más simplemente podemos decir que un inversor inmobiliario alemán multiplica por diez su inversión en pocos años, mientras los inquilinos simplemente tienen que irse a vivir fuera de Berlin porque no tienen con que pagar el alquiler.
La idea de Roy es algo que ya mencionamos y es que hoy en día se trata de exclusión mucho mas de de explotación, así es que al dejarse fuera a los pobres de la educación, la justicia, el deporte y los sistemas de salud se les impide pujar hasta con su propio egoísmo, desalentando la productividad de la que los mismos ricos se beneficiarían.
Y hay otro tema importante: la desigualdad tiende estabilizarse inter-generacionalmente. Los hijos de los ricos contarán cada vez con mas probabilidades de mantenerse así, tanto como los pobres.
Branko Milanovic encontró también que cuanta más desigualdad aparecerán mas adicciones, prostitución y ludopatía junto a red de pequeños delitos desde robos menores a hechos de microviolencia ubicuamente distribuidos, independientemente se analicen los países nórdicos, Singapur o Suiza.
La desigualdad del poder
La desigualdad tiene también efectos políticos: los ricos tienen más poder político y lo usan para promover sus propios intereses y blindar su posición relativa en la sociedad, haciendo recircular los efectos negativos de la exclusión y la falta de igualdad de oportunidades, dislocando a la larga las sociedades en pequeños archipiélagos de riqueza rodeados de mares de pobreza. El resultado es que se desincentiva la inversión de los ricos donde hay demasiados pobres.
Es decir la idea es que la desigualdad se auto-sostiene a sí misma, y se espiraliza. Es como un tornado que destruye todo su paso (y luego de su paso también).
Como decía Keynes en su libro: al final de la guerra había menos personas ricas, pero los que quedaban eran muchísimo mas ricos que antes.
Estas reflexiones nos llevan a la idea de que debemos terminar con la desigualdad pero sin caer con la indiferenciación. Cada grupo, cada persona debe tener asegurada su singularidad. Es por eso que se necesitan barreras legales para controlar a los más ricos.
Para eso tenemos que utilizar métodos down-top, en manos de la comunidad, ágiles y anti-burocráticos. Es decir hay que hackear la desigualdad, porque ahora sabemos que somos gobernados por los ricos. Porque el Estado ha sido colonizado por los ricos. Porque los productos y servicios son construidos intimamente para destilar más desigualdad y exclusión y favorecer así a los ricos.
Hasta donde vemos no hay otra cosa que un socialismo creativo para poner las cosas en su lugar. Todo esto es lo que estoy tratando que entienda mi amigo. En el próximo posteo les contaré si tuve éxito.
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