En este posteo hablaremos de una pequeña trampa del capitalismo y qué puede decir el socialismo al respecto.
Sabemos que Carlos Marx ideó un sistema capaz de describir muy finamente la economía política de su época. La mala noticia es que dejó pocas pistas de cómo creía él que había que intervenir en la vida social.
Y si bien no dejó un modelo formalizado y su matriz conceptual explicaba una sociedad industrial que ya ha desaparecido, su propuesta de “abolición del trabajo asalariado” y su sustitución por una nueva forma de producción cooperativa podría ser una entrada a este posteo.
Sabemos que muchas cosas han cambiado pero el capitalismo que criticaba, que sí permite grandes inversiones y creación de riqueza. Aún así no deja de ser un sistema que básicamente permite que los ricos puedan seguir siéndolo extrayendo energía de la naturaleza muerta y los otros humanos asalariados.
Una idea que no funciona
Ese mismo capitalismo en la últimas décadas hizo una jugada interesante: una especie de contraataque distributivo que consistió en permitirle a las clases medias que se convirtieran en micro-accionistas de las corporaciones. De ese modo introdujo se la creencia social de que cualquier trabajador podría también disfrutar de las ganancias de las compañías.
Ahora sabemos al menos tres cosas al respecto: la primera es que la idea de las micro-acciones bursátiles tenían limitaciones enormes, la segunda es que la vieja idea socialista de empresas directamente en manos de sus trabajadores era mucho mas simple y cumplía mucho mejor con el objetivo propuesto de abolir el salario, y tercero, quizás lo mas importante, nos encontramos con que el trabajo asalariado capitalista se está disolviendo sólo, en manos procesos de producción automatizados con auto aprendizaje.
Veamos el primer asunto. La búsqueda de mayores ganancias por parte de los accionistas de las grandes corporaciones, mediante medio de la vieja estratagema de comprar barato y vender caro, está transfiriendo en los paises centrales 3 puntos del PBI por año desde las exiguas cuentas bancarias de las clases medias a las élites, según una nueva investigación sobre la concentración del mercado y la desigualdad. Lo que nos interesa acá: el fenómeno incluye inclusive a personas y familias que han decidido invertir sus ahorros en el micro-mercado bursátil.
Supongamos el ejemplo de una familia con un miembro epiléptico que debe pagar el Levetiracetam de manera regular, un medicamento realmente oneroso. Supongamos también que esta familia posee acciones en la compañía farmacéuticas que fabrica Levetiracetam. Bien, sucede que se han incrementado drásticamente los precios de la Levetiracetam en los últimos años debido a su predominio de esta empresa en el mercado. Esos aumentos de precios han resultado en mayores ganancias para sus accionistas .
El hecho de que esas alzas de precios perjudiquen o beneficien a la familia en última instancia depende de cuánto gastan en Levetiracetam y qué participación en las compañía poseen a través del mercado de valores.
Y sabemos ademas que el capital corporativo está mucho más desigualmente distribuido que los gastos: en los paises centrales el 20 % de los hogares posee casi el 90 % del patrimonio total del país, pero he aquí lo interesante y es que esos hogares representan menos del 40 % del gasto total de los consumidores.
Mirando las cosas desde la perspectiva de los pobres y la clase media, el 80 % más bajo posee solo el 10 %, pero gasta el 60 %. Por esta razón es importante que bajen los impuestos regresivos y suban los progresivos. Cómo se podría hacer esto es otro tema.
Eso significa que es casi imposible para un trabajador-inversor pueda compensar los precios más altos a través de sus micro-acciones bursátiles. Cuando los precios suben, las clase media y baja pagan. Las familias ricas se benefician. Es así de simple.
Una cosa son los empresarios, otra lo que hacen, o no?
La conclusión que que las empresas están utilizando su poder de mercado para extraer riqueza de los hogares pobres y de clase media para volcarla en los bolsillos de los ricos, tal como Adam Smith sospechaba.
La implicación de estos hallazgos es que la aplicación de una fuerte ley anti-monopolio podría ayudar, pero nunca va a ser suficiente. Invertir la relación de impuestos regresivos y progresivos tambien ayudaría, pero tampoco puede ser suficiente y nunca se ha podido implementar. El control estatal de las aduanas falla hace siglos, lo mismo que el precios y producción, en buena medida porque los Estados terminan reproduciendo el mismo fenómeno de concentración y privilegios que la sociedad.
Es aquí donde podemos introducir la idea de socialismo creativo, que en este caso no sería otra cosa que crear las condiciones para la formación de empresas de trabajadores organizados cooperativamente que sean capaces de introducirse en el mercado farmacéutico. Es una experiencia en marcha y se trataría básicamente de estimularla aún mas.
Qué se necesita para eso? Los años en los que el Estado sostenía cooperativas ha pasado. Hoy las coopta. Entonces en primer lugar se necesitan equipos capaces de dar asesoramiento integral cooperativo para constituir una pequeña empresa farmacéutica, y eso implicará que otra cooperativa, especializada en asesoramientos, pueda transferirle el know how y el conjunto de conocimientos para integrarse al mercado cobrando por ello.
Esto debería incluir desde la viabilización fáctica de la producción a los aspectos contables, autogestivos, impositivos, préstamos, marketing, asociacionismo con la red cooperativa, etc.
Tendríamos un punto inicial con un grupo de trabajadores y un punto final con una empresa participando del mercado y al menos dos cooperativas produciendo y comercializando productos. No ignoramos la cuestión de las patentes, pero la mayor parte de los medicamentos que utiliza la población ya no tienen patentes vigentes.
Veamos otro ejemplo de trabajo cooperativo: la Cooperativa de Trabajo Pescadores Unidos de Benito Legerén Ltda. Tiene 12 asociados que se dedican al pescado, despinado, fileteado y elaboración de alimentos como empanadas, hamburguesas y milanesas. Y para ver el otro lado del mundo de los consultores: venden los productos en la red de comercio justo Piri Hue.
Vale acá una aclaración. Los autoritarismos han usufructuado muchas veces la palabra socialismo y aún más la palabra cooperativismo. En los medios se escucha que un presidente ha subsidiado miles de cooperativas o que tal dirigente social “maneja” 200, 300 o vaya a saber cuantas cooperativas. Lamentablemente la mayoría de las veces lo han hecho para engañar, demagógicamente, para evadir cargas sociales o tasas pero por sobre todo destruyendo el cooperativismo de mercado y a cambio de uno dependiente de subsidios y genuflexo. Nunca ha salido nada bueno de eso.
Nunca entonces está mal recoardar lo que decía San Martín “seamos libres, lo demás no importa nada”.
En el próximo podcast vamos a discutir el problema de la desigualdad y que tiene que decir el socialismo al respecto.
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