Un gobierno es capaz de producir beneficios, pero también enormes daños a la población, tantos como los que provoca una gran inundación, un terremoto o una epidemia de gripe aviar, procesos todos que suelen llevar dentro de sí una extraña matemática: la geometría de las power law, que predice que las mas de las veces los daños serán pequeños, pero cada tanto serán muy graves.
La producción de daño
Ya sea aliándose a grupos extractivos, por inacción o por dádivas, ya sea habilitando al narcotráfico o la contaminación ambiental el resultado de las acciones de gobiernos que no respeten la Ley es el mismo: escuelas mal equipadas, hospitales abandonados a la suerte de sus pacientes y profesionales, jubilados cobrando 250 dólares por mes, falsificación de medicamentos, criminalidad de impacto doméstico o elecciones decididas por sobornos.
Estas podrían ser caracterizarse como múltiples daños pequeños, en cambio las muertes de funcionarios que parecen suicidios, las masacres en medios de transportes con decenas de víctimas mortales, las estafas multimillonarias licuadas en ventas de acciones a naciones extranjeras o la entrega de los gigantescos recursos naturales de las próximas generaciones ya forman parte del capítulo de los grandes daños.
En Argentina tenemos grandes y pequeños efectos perjudiciales del mal gobierno y no basta con decir que se trata de gobernantes elegidos democráticamente, no a estas alturas cuando sabemos que los sociólogos han discernido que se ha votado a gobiernos corruptos por el endeudamiento con las tarjetas de crédito o por relaciones de parentezco. Para que exista una república democrática son necesarios muchos mas medios de participación y control por parte de los votantes.
Sea como fuere el resultado de una democracia a medias y de una república a tientas es que las decisiones públicas son tomadas a puertas cerradas, lo que establece las condiciones para un tipo de interacciones que las mas de las veces llevarán a la extracción de los recursos a los más vulnerables para dárselos a los menos necesitados: así se puede entregar una cordillera al mejor postor o permitir arrojar un herbicida sin los debidos controles junto a ciudades llenas de inquilinos, intrusados y personas en situación de calle.
Las sociedades han ido creando con los siglos mecanismos de corrección de los gobiernos corruptos, basados en la exposición pública, el castigo y la vergüenza, pero el control de los medios de comunicación por parte de las élites ha creado un simulador social que oculta cada vez mas el atraso del desarrollo económico y oxida la confianza pública en el gobierno y sus líderes circunstanciales.
Por ejemplo: la economía argentina está implosionando en este mismo momento, como resultado de la pérdida del valor contractual de la palabra (y por lo tanto del dinero) en los últimos años, pero todo es tolerado básicamente porque los ciudadanos no se han anoticiando que el gobierno ha “comprado” con la caja gubernamental las voluntades de los medios con mas impacto (TV, radios y diarios) y a muchos líderes de segundo y tercer nivel y castigado con la des-asignación de recursos a los que no le eran leales.
Estos tipos de constataciones y confesiones son problemáticas, sobre todo cuando es evidente que obtener valores empíricos sobre la corrupción y otras formas de criminalidad pueden ser motivo de distorsiones interesadas de sus mismos involucrados.
Estadísticas corruptas
Muchas veces el gobierno ha modificado las estadísticas para invisibilizar la situación social, pero no sucede eso en todo el planeta. Mas allá de estas consideraciones Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia o Canadá están entre los países menos corruptos, en cambios del otro lado el ranking ubica a Uzbekistán, Libia, Eritrea, Sudan o Somalia.
En América, los países con menos corrupción son Canadá, Estados Unidos y Chile, en cambio Argentina, Ecuador, Haití o Venezuela están del otro lado de la escala.
Los datos (Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) y Barómetro Global de la Corrupción) son elaborados por Transparency International, una organización no gubernamental que promueve medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional.
En los medios una encuesta reciente encontró que el 82 % de los consultados describió a la corrupción gubernamental como un problema muy grave, aunque el narcotráfico, la inflación y la criminalidad los preocupaban casi igualmente.
Ahora bien: todos estos datos pueden ser completamente falsos y Transparency International podría ser una organización controlada por la CIA, la Mossad o la KGB, sin embargo sigue siendo verdad que muchos fenómenos como la intensidad de los terremotos, la población de las ciudades o el volumen destructivo de las guerras internacionales sigue distribuciones de ley de potencia y si tuvieramos datos la corrupción tambien encontraríamos esa misma escala.
Power law
Las leyes de la potencia o power law tienen sus detractores y defensores. En general hay bastante acuerdo respecto a que cuando hay interacciones las estadísticas se mueven hacia curvas power law, en cambio cuando no existen acciones recíprocas funcionan mejor los promedios, como sucede con la media de la estatura humana.
Un asunto a considerar es que la evidencia estadística (a favor o en contra de la hipótesis de las power law) se enturbia cuando existen grandes fluctuaciones en la cola larga de la distribución, es decir cuando los datos de los pequeños daños son distorsionados. Eso podría explicar porqué se ubica ahí una zona de combate mediático.
El asunto tiene una solución, pero para eso nuevamente serian necesarias estadísticas confiables. Existe un marco estadístico de validación la hipótesis de ley de potencia, desarrollado por Clauset, Shalizi y Newman. Este enfoque incluye una hipótesis basada en la prueba de Kolmogorov-Smirnov para comparar los resultados con explicaciones alternativas.
Ningún político argentino diría abiertamente que tolera la corrupción a pequeña escala pero se admite porque en los gobiernos autoritarios la lealtad, el silencio y los acuerdos por contactos desplazan a la meritocracia, el trabajo orientado a logros y la competencia. El problema es que al hacerlo se habilita la posibilidad de grandes daños.
El elemento clave en la estrategia del gobierno está en hacer la vida lo más “normal” posible después sale a la luz pública un hecho de corrupción. Por ejemplo, la noticia de un acto de corrupción se borra dentro de las pocas horas posteriores a su aparición, dejando que para cada uno volver al trabajo, hacer mandados o incluso dedicarse al ocio disuelvan en el día a día el problema. El crimen y la corrupción a pequeña escala es tratado más como una circunstancia que iba a suceder que como una amenaza existencial.
Reducción de grandes daños
Lo que Argentina ciertamente no tolera son los daños a gran escala (como podría ser más un accidente nuclear o la afectación de alguna gran ciudad por las cargas de la empresas mineras) y la enorme cantidad de pequeños daños los están preparando, al menos estadísticamente hablando.
Hay algunas pruebas de que un enfoque dedicado a restringir los pequeños daños disminuye notablemente las posibilidades de los grandes, como lo prueban las estadísticas israílíes respecto a los atentados suicidas en su territorio.
Si contáramos con datos confiables sobre la mortalidad, las pérdidas de productividad o la destrucción mediambiental por incidentes de corrupción en Argentina, utilizando el método de ley de potencia, podríamos decir que es lo que debemos esperar.
Los proyectos de lucha contra la corrupción son a esta altura una pila de papeles en Argentina. Los negociados con el petroleo, las mineras, la sojización, el uranio, la trata de personas, el narcotráfico o los metales raros hacen cada día más ricos a los más políticos y sus socios obsecuentes y mas pobres al resto de los ciudadanos que, apenas pueden, se zambullen a pequeñas corruptelas de poca monta, engrosando las probabilidades del gran accidente que de no hacer algo nos espera.
Quizás el accidente grave está ocurriendo ya mismo: la pobreza sigue siendo inaceptablemente alta en las democracias de Sudamérica.