Podría ser que todo lo que sabíamos sobre el peronismo hasta ahora estuviera equivocado, de acuerdo a un nuevo enfoque que propone la neuropolítica.
Es que científicos de la Universidades de Nueva York y de Toronto, a los que nadie podría acusar de partidarios de Spruille Braden, publicaron en Society for Personality and Social Psychology sendos papers en los que se explora una nueva forma de entender aquello que en una época se llamaba ideología y que hoy se ha convertido en un magma de corrientes de imitación mediatizada por los nuevos y viejos medios de comunicación, pero que por distintos laberintos termina produciendo política real.
Este enfoque, que paradójicamente le da razón a las técnicas de Joseph Goebbels, Harry Hopkins o Raul Apold, sostiene que la sumatoria de millones pequeñas decisiones de los ciudadanos respecto a la política se van agrupando alrededor de tendencias colectivas y de un modo en que esas mismas tendencias luego influyen en las pequeñas decisiones. Nadie sabe cual es el huevo y cual la gallina, pero todo esto trasncurre sobre un trasnfondo decisorio muy básico, una especie de blanco o negro ideológico, pero que no conecta directamente con los contenidos políticos de las decisiones adoptadas.
Así la conclusión de estos documentos parece ser mas o menos esta: los conservadores tienen la sensación de que actuando como tales comparten una realidad con otros conservadores, es decir, afirman la identidad conservadora comportándose como tales.
Los liberales, en cambio, parecen estar más motivados por sus propias creencias, a las que atribuyen atributos singulares, lo que termina socavando el desarrollo de un movimiento cohesivo, ya que pondrán por delante su individualidad por sobre la identidad colectiva.
Trasladados estos fenómenos estudiados en América del Norte a las formas aberrantes de la política en Argentina, la hipótesis sería que los peronistas tienden a actuar como tales, es decir con identidad peronista, sin importarles mucho cual sea el contenido de sus decisiones (es decir pueden apoyar con la misma vehemencia la privatización como la nacionalizacion de una misma empresa) a condición de seguir siendo reconocidos y beneficiados por su peronismo.
En cambio los no peronistas, los clasicamente llamados gorilas, asumen una dimensión mas personal de sus creencias, es decir las consideran propias, lo que luego dificulta que del compartilas con otros que las tienen similares puedan surgir posiciones congruentes.
Puede ser que para circunstancias especialísimas sea necesario un modo decisional en bloque, basado en la autoridad centralizada, pero hasta donde sabemos la Argentina no está en guerra, ni en medio de una catástrofe climática, ni epidémica ni social y que por lo tanto muchas de las terribles vicisitudes que padecemos sus ciudadanos se deban mas aun modo colectivo de percibir los consensos que a una genuina intención de adecuar las acciones colectivas a la realidad concreta y vivida.
Ahora bien, como estos procesos son autopoyéticos, una vez que se optó por el consenso interno al peronismo por encima de otros modos mas inteligentes de tomar de decisiones colectivas se disparan otro tipos de juegos, que son, en definitiva, lo que estamos viviendo, aún en 2014.