Pablo Fridman, en una charla que dio en el Hospital Alvarez en mis años de residente de psiquiatría, habló de las pantallas.
Hasta donde recuerdo su planteo tenía que ver con las posibles fuentes de la imagen visible: o un proyector externo o una fuente irradiante interna.
En su metáfora, esa estructura de arranque interior, que podíamos pesquisar como psicoanalistas, era el inconsciente.
El cine, las viejas diapositivas o el Sol sobre el papel “proyectan” sobre una pantalla desde adelante, desde afuera.
La TV, los monitores de PC o los celulares imprimen imágenes desde una fuente interna, desde atrás, desde un adentro eléctrico.
Pero no me interesa eso ahora. Tampoco la serie que le agrada tanto a Alejandro Piscitelli, que ordena las pantallas según unas cronologías/configuraciones posibles: 1) Cine, 2) TV, 3) PC y 4) Celulares. Cada una con sus invariantes y mitos a cuestas.
Es verdad que, por lo que veo en la arena de Mar del Plata, la cuarta fase de las pantallas visuales ha llegado para quedarse: las chicas a la derecha confirman el horario de la salida por SMS, la señora de atrás le da instrucciones al marido que ha quedado en la casa cortando el césped, la familia de la izquierda retrata la tarde desde la cámara del celular y los pibes de adelante, unos encima de otros, se sacan fotos y las suben a sus fotologs.
Mientras, yo trato de encontrar algún plano con mi blackberry en el que logre cartar una porción de playa y mar sin turistas.
Independientemente de que con los iphones las pantallas son cada vez mas táctiles (serán cad vez menos visuales?), lo que veo es que los celulares ya no expresan ninguna fuente interna ni externa, solo una red de imágenes visuales y sonoras que se apoyan sobre un territorio disperso y virtual, formando un rompecabezas imposible.
Ezequiel Martinez Estrada imaginaba a la Argentina como una capa de cartografías absurdas a las que intentaba radiografiar. Sobre una distribución natural caótica, otras placas tan sin sentido se tendían unas sobre otras: telégrafos, ciudades, trenes, desiertos, puertos, todo dis-puesto sin ton ni son sobre un territorio sin imaginar.
Una nueva e inutil capa intuyo que se está apoyándo sobre estas arenas de verano, justo al borde la pampa.