Las redes sociales lo saben: patrones de comportamiento, usuarios que están cerca, con quien nos encontramos regularmente, qué buscamos, qué borramos, quien es el novio, el amante, lo que se hace en otras aplicaciones, cuánto tiempo vemos cada cosa, cuánto dormimos y donde.
Las redes sociales son compañías de publicidad glocal: se dedican a la elaboración sentimental, a destilar genuinidad y venderla.
En el post anterior dijimos endorsement, es decir empatía, veracidad emocional, interacción, conexión. Eso es por lo que cobra el influencer y paradójicamente cuando más pequeño sea, más empático, más genuino resultará. Dijimos tambien engagement, ventas, marketing, consumo. Y dijimos agencia publicitaria, es decir plataformas de redes sociales como Instagram, Facebook o Twitter donde como también dijimos los nanoinfluencers (menos de 10 mil seguidores) están desplazando a los microinfluencers (más de 10 mil) en el universo de los centennials y los millennials.
El último elemento: la conversación ese viejo arte que se estaba perdiendo y que con whatsapp regresa para quedarse. La genuinidad habita la conversación, aun la de whatsapp, en la que por ahora los algoritmos se dedican solamente a grabar, crear patrones y archivar, pero no por mucho tiempo.
Vamos a lo que creo que viene con los influencer. En un futuro próximo los anuncios serán parte de una conversación telemática. Los bots y las inteligencias artificiales las infiltrarán en sus poros más pequeños: Facebook, Apple Messages y Telegram agregaron bots a sus plataformas conversacionales que con el tiempo escucharán que nuestro interlocutor dijo zapatilla y aprovecharán los silencios para preguntar si nuestro bot quiere contactarse con el de Nike.
Viv, la próxima inteligencia artificial masiva, heredera de SIRI, mejorará el contexto informacional e integrará además a los servicios actuales lo que viene: Internet de las Cosas, realidad virtual y wearables, todo sazonado con publicidad conversacional y genuinidad.
Los bots conversacionales, es decir los bots-influencers, aprenden buscando las curvas asintóticas de las interacciones en Facebook, Instagram y WhatsApp: con eso crearán confianza y compromiso de consumo en el futuro, sobre el perfil reconocido como blanco de acción. IBM por su parte está entrenando a Watson para que experimente con anuncios cognitivos en Weather Co.
Los además bots influencers sabrán si aplicar sarcasmo o tranquilidad, melancolía o exaltación y con el feedback del usuario comenzarán a conocer y recordar las preferencias del consumidor, permitiendo experiencias singularizadas y por lo tanto con mayor carga de genuinidad. Con esa información se podrá crear recomendaciones sobre otros patrones que muestran un comportamiento equivalente.
Posiblemente el salto final de todo este proceso se produzca cuando los bots comiencen a apuntar a otros bots, creando conversaciones grupales, contextuales, que atrapen al usuario y desde la cual el bot delegado por el cliente llame al bot de Uber cuando el bot metereológico anuncie que el costo de los viajes podría aumentar dentro de la media hora.
En definitiva la publicidad está llevando la delantera en en el pasaje de lo humano a lo posthumano, concretamente, y se convierte así en un lugar privilegiado para entender hacia dónde está yendo la cosa.
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