Dos cosas me han intrigado esta semana. La primera es porqué usamos la palabra verduguear para referirnos a humillar, la otra es porqué merendamos.
En Argentina verduguear es burlarse de una persona poniendo algún tipo de jerarquía en juego, pero mi duda es si tiene algo que ver con los verdugos: ¿Se burlaban de sus víctimas antes de guillotinarlos o decapitarlos? Yo creía que no, que los verdugos de la modernidad eran bastante ascéticos, pero bueno, lo que he encontrado hurgando un poco me ha llevado a buscar respuestas a la segunda pregunta.
Respecto a la merienda que consumimos a la tarde, lo que quisiera saber es cuando nació y porqué algunos países no tienen esa costumbre.
De algún modo es una pregunta fuera de época, en parte porque a esa horas estamos muy ocupados y en parte porque dos décadas de microondas han disuelto nuestra dependencia de las hornallas y por lo tanto la idea de economizar juntándonos a comer. Sin ambargo creo que conocer sobre una costumbre tan corporalmente integrada a nuestras vidas puede ser interesante. No? Bueno, fue solo un intento.
Uno sabe de sus pocos viajes y las películas que los horarios para comer en las Europas del norte y la mediterránea son tan distintos como el protestantismo y el catolicismo. Si bien las costumbres se han modificado en años recientes, aun siguen siendo distintos los horarios de las comidas de los ingleses comparados con los de hispanoamérica.
En España acostumbran la merienda, palabra que viene del latín merenda. Los romanos no merendaban, sin embargo “merendar” es un vocablo del lenguaje militar latino que se refería a una comida que por la tarde se distribuía a los soldados cuando las cosas habían andado bien. Es decir, tiene que ver con merecer, ganarse algo, hacerse merecedor. Otras palabras parientes de origen latino son mérito, merecer, emérito o meritorio.
Si los romanos no merendaban, los vikingos tampoco: desayunaban en el dagveror con cereales y cerraban la jornada con el nattveror, que incluía pescado y verduras, algo parecido a lo que hacían los vecinos de Constantinopla, pero con los nombres de ariston y deipnon.
Es raro, porque en la Edad Media solo se almorzaba y se merendaba: de las cuatro comidas actuales el desayuno era cosa de trabajadores pobres que no dejaban mucho para la historia escrita, y la cena, señal de lujuria de los ricos, se la hacía para el olvido o al menos para pocos.
Posiblemente uno de los mas legítimos padres de la patria, el Virrey Ceballos, ordenó por el 1778 que a los peones rurales se les diera mate 6 veces durante la jornada laboral, lo que incluía el horario de la merienda.
Por esa época en las Islas británicas, los ingleses tenían la costumbre de una cena muy frugal al anochecer, es decir en el horario de la merienda. Cuando extendieron el día gracias al abaratamiento de la luz artificial incorporaron el té de las cinco como una comida de la tarde con sandwiches, pastas, tarta y bizcocho, pero ya entrado el siglo XVIII.
Hay un historia interesante: San Benito, el santo español que introdujo el reloj en los conventos, habría prescripto que a la hora sexta los monjes se acostaran un rato a apoliyar. ¿Porqué no picar algo al despertarse?
Entonces: ¿porqué merendamos? ¿Heredamos una costumbre española para luego de la siesta o se lo debemos al mas reciente te de la cinco inglés, ese que se toma para mantenerse despabilado?
Bueno, no soy historiógrafo, pero yo creo que las dos meriendas, la inglesa y la española, conviven solapadas en las tardes argentinas.