Durante unos años promoví y coordiné la Marcha de los Monos, una movilización al Zoológico de Buenos Aires para exigir que soltaran a los monos.
En realidad los pobres primates eran una metáfora, ni les habíamos preguntado. Se trataba de una movida mucho mas anarquista que ecológica, pero por supuesto fue malinterpretada.
Varios vinieron de una organización llamada Movimiento Argentino Ecológico, que tenía un restaurante vegetariano en Callao y Córdoba donde comían desde Antonio Elio Brailovsky y Chacho Alvarez hasta Carlos Menen y que dirigía Yolanda Ibarra.
Muy pocos anarquistas nos tomaron en serio y de ellos alguno vino de la Biblioteca Popular José Ingeniero de la calle Ramirez de Velazco.
El Dr. Gabriel Fueyo que en esa época era un alumno destacado de medicina no solo es testigo presencial: fue quien hizo los sugestivos afiches en los que las manos de un mono se convertía en mano humana.
Tuvimos cierto suceso en concurrentes, tanto que Flash, la revista mas amarilla de la época, nos dió una doble página central. Hasta Maria Vaner marchaba en la primera línea, avanzando hacia la entrada al frente de las columnas.
La primera vez fuimos recibidos con un hombre con una mano de madera que la elevó al grito de “Alto ahí!”. En la tercera nos hicimos jaulas de caña y llevamos banderas hechas con sábanas robadas ya saben donde.
Los visitantes al zoológico, mientras disfrutaban del paseo y los cánticos, nos firmaban un petitorio en el que se exigía el fin de su humana y económica diversión, mientras los servicios nos filmaban a distancia prudencial.
Era una verdadera una locura, y la locura consistía en que tantas personas se tomaran en serio ese micro mayo francés porteño y post-adolescente, que solo pudo verse en la primavera alfonsinista.
Hoy pienso que esas intervenciones han quedado muy atrás, sin embargo algo perdura en la multiplicidad de movilizaciones cuasireligiosas de estos días, aquellas y las de mas allá, algunas de las cuales a las que yo mismo he concurrido.
Empiezo a dudar de su eficacia, de su sentido y por momentos creo que habría que pensar sino reeditar aquellos happenings por la liberación de los monos, y de nosotros mismos. (Si, ya se que cerraron el zoológico).
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