Muchas veces leemos los hechos de la historia como secuencias de actores apenas conectados. Se podría entonces empezar diciendo que fue un desconocido judío polaco nacido en Leszno quien financió al ejército de Washington en su lucha contra Gran Bretaña, y no estaría mal.
Pero Haym Salomon era sobre todo un redista, un tejedor de redes, un especialista en hacer conexiones: emigró a New York en plena revolución norteamericana luego de viajar por Europa y a poco de llegar se sumó a las fuerzas de las colonias y cuando la balanza aun era desfavorable.
Inmigrante. Familia española expatriada, viajero. Fue capturado por el ejército británico, torturado, permaneció durante meses confinado en un barco ingles y sin embargo, utilizando el argumento de su capacidad de hablar varios idiomas, convenció a sus captores de que les resultaría más útil como traductor que estando muerto: al poco tiempo se lo empleó como un enlace entre los oficiales ingleses y sus aliados mercenarios alemanes de Hesse.
La sociabilidad dentro de las élites era la especialidad de Salomón: ganada la confianza de la oficialidad inglesa pudo acceder a sus instalaciones militares y en conversaciones de pasillo se dedicó socavar el apoyo alemán a los británicos.
Fue descubierto y arrestado de nuevo, pero sacó una moneda de oro que había cosido en su ropa y sobornando a un guardia pudo escapar.
En ese momento el ejército del general Washington empezaba a ganar algunas batallas pero estaba sin dinero para ganar la guerra. La falta de recursos de la red de colonias no les permitía dar el golpe final.
El complejo sistema relacional que conectaba a los revolucionarios, permitiendo la circulación de bienes dentro del conjunto de relaciones establecidas entre sus miembros estaba configurado muy desigualmente. Bueno, como suele suceder: muchos con poco y pocos con mucho. Haym Solomon detectó el problema y puso en marcha la aspiradora de billetes que cambiaba por bonos de guerra: sus habilidades como enlazador de recursos expanden los nodos de su red y comienza recibir mas depósitos y actuar de prestamista a gran escala, inclusive canalizando sus propios beneficios personales directamente a la revolución.
Según los registros de la época extiende “préstamos” (que nunca serán reembolsados) a James Monroe, Thomas Jefferson, James Madison y hasta Don Francisco Rendón, embajador secreto de la Corte española.
Los vínculos lo llevan a Salomon a convertirse en agente del cónsul francés y el pagador a las fuerzas militares francesas recién aliadas a la naciente América del Norte. Unos meses después Holanda y España utilizan a Salomon para negociar sus préstamos para ayudar a financiar la Revolución Americana.
Enormes préstamos pasan a través de sus oficinas y llegan al gobierno revolucionario americano. Sus honorarios son extremadamente modesto, pero Salomon es el punto de paso de los recursos, un agente clave. Organiza algunos de los préstamos más cruciales de la guerra y, trabajando junto a Robert Morris, el banquero principal de la Revolución, se convierte en un elemento central en la victoria de los colonos. Queda exhausto.
Cuando George Washington cree que puede dar el golpe de gracia a Lord Cornwallis en Yorktown, Salomón y Robert Morris ponen los fondos y los ingleses se dan por vencidos. Nace un nuevo país, se crean nuevas redes, con nuevas reglas y nuevas regularidades.
Terminada la guerra, dice el mito, George Washington le concede a Haym Salomón colocar la estrella de David en los billetes. Luego del proceso de independencia Haym Solomon comienza a reconstruir su fortuna una vez más, pero muere en 1785 de tuberculosis, a los 44 años. Su patrimonio era de $ 350.000 al momento de su muerte, y un adeudado estimado $ 600.000 que sus herederos nunca van a cobrar.
A diferencia de la mayoría de los héroes de la revolución americana que les enseñan a los niños yankis en la escuela primaria, Salomón no era originario de Gran Bretaña ni en las colonias americanas, ni era un hombre de Estado, ni un soldado, ni un rico terrateniente convertido Padre Fundador, pero sin sus habilidades de intermediación el ejército de Washington no podría haber sido equipado, armado ni alimentado y donde está ahora USA vaya a saber lo que habría ahora.
Haym Salomón fue un conector de actores, recursos y situaciones.
En Buenos Aires tuvimos a nuestro Salomon. Mejor dicho a los hermanos Salomon.
Nunca supe porque a Genaro González le decían Salomón, pero como otros patriotas de origen judio tenia una pulpería, que en su caso estaba ubicada frente la iglesia de San Nicolás (donde está hoy el obelisco de Buenos Aires).
Estamos en la segunda década del siglo XIX y Belgrano es el eje de la mayor parte de las vínculos políticamente significativos. Para conectar a un literato, a un egresado del Colegio San Carlos (luego Nacional Buenos Aires) o en especialista en naútica hay que contactarlo a Belgrano. Sobre él convergen vínculos desde distintos grupos (estudiantes, políticos, comerciantes, productores, religiosos) y muchas de las reuniones se hacen su casa, cuando está en Buenos Aires.
Pero Belgrano iba de acá para allá en las campañas militares o en viajes a Europa, entonces nuevos lazos se generaban sobre su vacío, nuevos nodos lo reemplazaban. De los hermanos Salomón, el mayor, por su condición de pulpero, era un personaje enlazador típico: conocía el alfabeto, entendía a los gauchos, se sentaba con los políticos, los comerciantes pasaban por su mostrador a venderle, prestaba, fiaba, cobraba.
En 1812 fue elegido teniente por los mismos soldados de su barrio y luego ascendido a capitán: se dice que podía movilizar a 300 milicianos, lo que no era poco en una ciudad de 40 mil habitantes en la que el ejército estaba combatiendo a cientos de kilómetros en la guerra de independencia.
No faltó quien lo acusara de conspiraciones contra los gobiernos del momento, hasta que a principios de 1820 la fragmentación de las logias secretas, el debilitamiento de los lazos de lealtad política y la lógica de los atributos personales por sobre los asociativos explicaban la crisis de ese año.
Salomón se convirtió en un agente distribuidor de contactos desde una posición centralizada; le decían el “tribuno de la plebe” y como suele sucederle a los actores que se localizan es lugares de mucha tensión en la red, tras el fracaso de un levantamiento del que formó parte fue fusilado.
El fusilamiento de Salomón el mayor resultó de la vieja tradición de ejecutar a los oficiales subalternos y perdonar a sus superiores. El hermano menor, Julián González, se agregó el apodo de “Genaro”, heredó la pulpería y los lazos del barrio.
Al poco tiempo quedaría ubicado en zonas claves de la red: presidente de la oficialista Sociedad Popular Restauradora que se reunía en su pulpería, integraba también la milicia, se puso a las órdenes de Rosas y así comenzó a disponer de mas recursos, convirtiéndose en juez de paz de San Nicolás.
Salomón el menor se transformó en un destacado agente del federalismo: guiaba las manifestaciones callejeras pro Rosas, amenazaba a los unitarios, construia poder territorial.
Su muerte se produce justo antes del momento en el que el lugar de las pulperias, como agente de circulacion social, pasa a estar en manos del tren, pero esa es otra historia.
La construcción de relaciones fue un elemento crítico en los procesos de revolución americana. El Salomón del norte como financista, los Salomón del sur como pulperos. La red de relaciones que les permitió a los Salomón de allá y de acá poner en movimiento los recursos de sus sociedades sigue en buena medida opacada por una historiografìa de las estructuras o centrada en los atributos de sus actores, como si en realidad no fueran condiciones relacionales.
Las redes que habitaron, tanto como las activas hoy en dia, otorgaban a sus miembros una posición relativa, interseccionando vinculaciones próximos y alejados, horizontales, verticales y transversales, pero también un angulo de acción, cierta agencia, que en épocas de burbujeos y tumultos resultó crítica para la renovación de los lazos, para la creacion de nuevas configuraciones.
Mas allá del final de estos personajes, la historiografía tiene todavía en la comprensión de las redes sociales una asignatura pendiente y un lugar que, literalmente hablando, debería ser devuelto a los Salomón.