La primera vez
Hacia el 1440 copiar un manuscrito costaba unos 20.000 dólares actuales: con la invención de la imprenta el costo de replicar un texto se redujo a 70 dólares solo unos años después .
Desde entonces la multiplicación de hojas y letras ha permitido eso de que “herida por un sable sin remache ves llorar la biblia junto a un calefón” al que aludía el tango Cambalache, porque libros como la Biblia llegaron a abaratarse tanto que los inmigrantes la usaban para limpiarse antes de vaciar el tanque del inodoro, donde estaba colgado el gancho o “sable”.
El impacto de producir textos en serie fue enorme e inmediato y a su vez, la duplicación del modelo de imprenta que había financiado Johann Fust creció tambien exponencialmente: en pocas décadas todas las ciudades europeas estaban taponadas de imprentas y bibliotecas.
Consecuentemente hubo cada vez mas libros de los mas diversos contenidos, especialmente esotéricos, hojas sueltas, de caballería y de contenidos divulgativos de asuntos cotidianos. El resultado fue una de las primeras confusiones globales colectivas.
El sistema de imprentas, editores, libros y autores era excelente para reproducir y difundir ideas, pero tambien errores, disparates y hasta fallas de los copistas respecto a los textos originales.
Como sucede en estas situaciones las personas se volcaron en lo primero que tenían a mano y qué otra cosa que la religión para buscar una respuesta rápida, lo que se amplificó aun mas con la disponibilidad de biblias de bolsillo.
No pasó mucho para que nuevas líneas religiosas estallaran en un extenso abanico y subsecuentemente, una saga de guerras mas estúpidas aún: la Guerra de los campesinos alemanes, la Guerra de Esmalcalda, la Guerra de los Treinta Años, las Guerras Confederadas Irlandesas, la Guerra Civil Escocesa, la Guerra Civil Inglesa y junto a esos engendros hacia el mediterráneo la Inquisición española y la Guerra de la Liga Santa. A modo de ejemplo solo la Guerra de los Treinta Años mató a un tercio de la población de Alemania.
Lo que estaba sucediendo era, por culpa de tantos libros, que las sociedades tenían que lidiar con volúmenes de información para las que no estaban preparadas y en ese arduo trabajo de separar lo importante de los accesorio, lo efectivo de lo superfluo, la carnadura del relleno usaban las guerras para ir resolviendo el problema.
En realidad lo que tenían que hacer era encontrar nuevos patrones de vida que organizaran sus vidas. Los modelos medievales eran riquísimos, imaginativos, frondosos, pero demasiado locales como para traducirlos en la clave reproductiva que exigía el momento.
Buscaron otras soluciones (ademas de las guerras) al problema de la imprenta y así se inventaron nuevos moldes, nuevas formas de estructurar la información que producían las imprentas.
Surgieron cosas extrañas como las naciones, el yo autónomo, la firma, la introspección y en los países del norte de Europa se dieron mayores cambios aún, cuando se inventó la ciencia, la revolución industrial, los contratos comerciales, la idea de la circulación, la prensa libre, los partidos políticos, las religiones protestantes, la revolución francesa y la anatomía de las cosas.
La huella en el mundo mismo fue en poco tiempo descomunal. Nada parecido habían hecho los sapiens sapiens antes. Primero se taló y quemó lo que estaba a mano, pero enseguida comenzó la explotación intensiva de los recursos minerales y combustibles fósiles.
La tasa de crecimiento económico, que hasta ese entonces había oscilado cerca del 0,1 % anual, se mantuvo desde entonces cerca del 3 % y a eso se lo llamó capitalismo, lo que implicó también más población pero tambien más capacidad destructiva de las armas: millones y millones de personas, civiles y militares, adultos, niños y ancianos murieron en campos de batalla o campos de concentración hasta que la cultura absorbió completamente el formato del libro, justo cuando apareció la comunicación eléctrica.
La segunda vez
A partir del siglo XIX, mientras la electricidad se mantuvo dentro de los cables telegráficos, telefónicos o televisivos no hubo muchos problemas. Los broadcastings básicamente eran como libros que circulaban mas rápido, sin texto, puras imágenes sonoras o visuales.
Pero las cosas se salieron de cause y ahora estamos entrando en una situación semejante a la de 1440, una configuración similar caracterizada por un nuevo exceso geométricamente creciente de datos.
Así como la imprenta que inventaría Gutemberg ya la usaban los coreanos 200 años antes, las cosas ahora tampoco se dan casualmente. Desde 1970 hablamos de las sociedades de la información y la comunicación, desde los 1990 tenemos laboratorios y hasta domicilios repletos de computadoras, pero sobre llovido mojado nuevos medios han venido ahora a reproducir aquello que produjo la imprenta: los medios locativos (smarthphones, tablets, etc) han producido un nuevo desborde de datos tal como el que se produjo con la imprenta.
Todo esto lo sabemos bien desde hace 5 años. Los medios locativos son medios que saben cual es su lugar, y eso de alguna forma les da una forma de vida. Los medios locativos saben donde están, pero no solo espacialmente: al saber en qué lugar están, saben tambien cuales son las tensiones que atraviesan esos lugares, cuales sus actores presentes, cuales las lineas no visibles que organizan la trama.
El tema clave de los medios locativos es la cantidad de datos que generan, en volúmenes que crecen como crecían al aparecer la imprenta y para eso exigen patrones en los que esos datos se ubiquen rápidamente, convirtiéndose en información o simplemente ruido descartable.
Ahora bien, todo esto sucede dentro de la BigData, término que IBM puso de moda: lo que nos interesa es que el crecimiento de los datos es nuevamente exponencial y otra vez es visto como una panacea.
Ejemplos de como este tsunami de datos está oxidando las creaciones de la imprenta hay por todos lados, pero uno es canónico: Chris Anderson, editor de la revista Wired, propuso en 2008 que este gran volumen de datos evitaría la necesidad de teorías científicas. Recuerdo haberle comentado la idea al profesor Agustín Salvia en un seminario de doctorado y ver que se puso tan enfadado que por un momento creí que me iba a expulsar del curso.
El problema es tambien biológico. Tomaso Poggio, neurocientífico del MIT que estudia cómo nuestros cerebros procesan datos, plantea que el reconocimiento de patrones es una actividad placentera que empuja al hombre a tener experiencias que satisfagan su detección. Es como si nos drogáramos con la detección de patrones.
El problema, plantea Poggio, es que estos instintos evolutivos a veces nos llevan a ver patrones cuando no los hay.
El cerebro humano es bastante notable; puede almacenar quizás tres terabytes de
información, sin embargo eso es sólo alrededor de una millonésima parte de la información que IBM dice que ahora se produce en el mundo cada día.
Así que tenemos que ser terriblemente selectivos sobre los datos que elegimos seleccionar y recordar, pero ojo! que la sobrecarga de información, después del nacimiento de la imprenta, produjo mayor sectarismo, fraccionamiento social y guerras durante siglos.
Creo que el mismo fenómeno parece estar ocurriendo en la actualidad. La mayor parte de los datos son sólo ruido improcesable o efímeral data, pero el ruido está aumentando más rápido que la información misma y a la vez, como en la época de las imprentas, sistemas como Internet amplifican los errores, las falsas denuncias o las personalizaciones de argumentos.
La invención del nuevos futuros
Creo que las sociedades modernas fueron diseñadas para lidiar con la imprenta. La regulación de los Estados fue uno de los enfoques para la solución de estos problemas junto con los dispositivos de la predicción, pero hoy no somos buenos en ninguna de las dos cosas.
La predicción es indispensable y la demostración de que estamos fallando es que los servicios de control del futuro están siendo cada vez mas importantes: genómica, cámaras urbanas, vacunas antivirales o seguros de granizo.
En mi caso cada vez me es mas importante googlemaps para elegir la ruta no piqueteada al consultorio o de vuelta a casa. Lo maravilloso de esto es que el sistema usa la colaboración de todos los celulares circulantes para realizar una predicción aceptable, es decir reducir la incertidumbre ahora es una actividad compartida.
Pero no solo es colectiva, sino que predecir creando patrones mas realistas requiere un cambio de actitud mental de cada uno de nosotros. Esta actitud está encarnada por algo llamado el teorema de Bayes.
El teorema de Bayes es básicamente una vieja fórmula matemática, pero en realidad es mucho más. Implica que debemos pensar diferente, soltar la profundidades que necesitaban nuestros abuelos del mundo imprentil y probar vivir bayesianamente, seleccionando, buscando la mejor pauta conectora. Es como una vida cuántica.
Es decir, tenemos que aceptar vivir con mas probabilidades abiertas e incertidumbre. El teorema de Bayes, sin embargo, también se puede aplicar a los tipos más existenciales de problemas: el calentamiento global, las distintas formas de terrorismo, las burbujas en los mercados financieros y la corrupción estructurante.
El teorema de Bayes define la expresión probabilística de la probabilidad de una evento en el mundo real dados otros eventos. Fue inventado en los días en que la regularidad de las leyes de Newton formó el paradigma dominante en la ciencia anti-imprentil.
Contra todo lo que decían los modernos, Bayes requiere que se acepte que las percepciones del mundo son solo aproximaciones. procesos, selecciones provisorias.
La manera bayesiana puede parecer incómoda al principio, pero se parece mucho a los juegos de truco o el fútbol. El buen jugador es el que elige las mejores posibilidades. Sin embargo la historia oficial de las matemáticas tiende a colocar a las expresiones relacionadas con la incertidumbre con la debilidad. Los políticos hacen lo mismo.
Los médicos pensamos los diagnósticos en un manera bayesiana y si algunas veces no acertamos, damos vuelta otra vez sobre el mapa de posibilidades y volvemos a elegir entre las otras soluciones posibles, descartando, seleccionando, apostando.
El mundo está muy complicado ahora, desde ISIS al calentamiento global, desde la invasión de Ucrania a la devastación de la Amazonia y todo eso está siendo volcado en viejos y obsoletos patrones reductores de certidumbre, cuando lo que abría que hacer es todo lo contrario. Creo que el mundo moderno se va a complicar mas. Hay que buscar nuevos patrones, nuevos moldes.
Lo normal, lo cierto, lo establecido es imprentil. Quizas, para lidiar con la BigData, deberíamos volver mentalmente al mundo medieval, lleno de espíritu localizado, lleno de voces extrañas, lugares lejanos y rostros extraños, todos conectados unos con otros, sin saber exactamente hacia donde ir.