Caemos, porque nacimos para ser gobernados por la Ley de Gravedad. Ojo. La ley de la gravedad es en realidad la ley de la interacción, la ley de la atracción entre los cuerpos.
Caemos y subimos. Lo contrario de la gravedad es la levedad. La ley de la levedad nos eleva (en sentido vertical claro), pero separa a los vecinos del séptimo piso entre sí y a estos con los de los otros pisos también.
La ley de la levedad, tanto como la de la gravedad, nos mueven. Nos mueven hasta que llegamos a un punto. Ahí es donde nos in-movilizamos. Nos quedamos quietos, como los melones del camión después de un rato andando.
La levedad y la gravedad, cuando se compensan entre sí, nos matan.
La muerte y la elevación, juntas, no sabemos si es de las más grandes psicopateadas de la historia. De una historia larga, insondable, enturbiada. Un Plan Ponzi.
Pero no siempre fue así. Para los intelectuales de la Edad Media había una diferencia fundamental entre un objeto en movimiento y un objeto en reposo. El objeto en movimiento tenía restos del almita que lo había movido. De hecho, durante el tardío siglo XIV, Jean Buridan (el del asno) desarrolló la teoría del ímpetus o del movimiento comunicado.
Comunicamos con la mano nuestras ganas de que la piedra se mueva. La piedra entonces arranca recta, luego se curva un poco y finalmente se queda sin nada de las ganas transmitidas y cae vertical. Eso dice Buridan.
Tartaglia describió luego una curva parabólica que explicaba mejor las cosas, pero eso no importa ya. La gravedad igualmente vence al deseo.
Por el contrario: ¿Cual es la trayectoria de la levedad? ¿Es inversa a la de las caídas? ¿Subimos un poquito hasta que de repente subimos un pendiente empinada hasta estabilizarnos?
¿Quien pone o quita las ganas en la levedad? El cristianismo ponía a los ángeles moviendo las esferas celestes y cualquier cosa que subiera.
Sin embargo la idea de Buridan es que no necesitamos ángeles.
¿Porqué nos habremos deshecho de los ángeles?
Socialismo Creativo XVI | LuKasnet Blog
[…] un punto final arbitrario a la Edad Media: 1492, con el descubrimiento de […]