El mundo que hoy nos rodea no es el mismo que el de ayer. Desde el clima a los impuestos, desde los recursos que tenemos a mano a los puntos de guerra en el mapa, cada mañana nos enteramos que algo no es lo que era.
¿Porqué las bicicletas eran tan distintas, porqué las ciudades, los gatos, las herramientas se han modificado tanto al correr el tiempo?
Ahora ¿Eso significa que cambiamos? ¿Evolucionamos? ¿Giramos sin sentido o las transformaciones que vemos a nuestro alrededor tienen un sentido, una dirección?
¿Ganamos en adaptación, en capacidad de sobrevivir, de traspasar información a los siguientes o simplemente nos movemos como el caballo en el ajedrez, con la sola intención de la táctica o la estrategia?
Alfred Wallace y Charles Darwin fueron los primeros en tomarse realmente en serio estas preguntas, poniendo la lupa sobre los seres vivos. Para la primera teoría evolutiva el azar era clave. Posiblemente con preguntas como estas en la cabeza fue que Richard E. Lenski descubrió hace poco algo asombroso: las bacterias no mutan de una vez, sino que acumulan mutacione, hasta que en determinadas condiciones de restricción ganan en complejidad o simplicidad para adaptarse mejor al ambiente.
Posiblemente a los humanos les sucedió algo parecido hace 50 mil años cuando inventaron las ciudades y cambiaron súbitamente de un modo vida nómada a otro sedentario: habían desarrollado herramientas de mano, utensilios, vestido, conocían las semillas pero con todo eso no dejaban de moverse de un lado a otro hasta que inventar los silos se cambió toda la cultura. Fue un cambio en los signos, en el sentido. Pero no fue solo un cambio memético: los humanos venían acumulando mutaciones genéticas que los hacían mas dóciles, mas infantiles y mas débiles que otros primates. Desde entonces la tasa de mutaciones se ha acelerado y especialmente en los ultimos 10 mil años, lo que nos ha dejado al borde de que otro gran cambio de escala se produzca.
El hombre agrícola se domesticó solo, y luego repitió la experiencia con los lobos de los que creó el perro, del uro con el que hizo vacas hasta que descubrió que el gato se domesticaba solo, a si mismo y eso era favorable porque así conservaba su capacidad de contener a los roedores, eligiendo por una selección que mantenía caracteres agresivos, a diferencia de las anteriores.
La licenciada en psicología y fisiología de la Universidad de Oxford Susan Blackmore tiene una propuesta para organizar las capas de cambio humano: ella cree que el primer replicador fue el ADN “egoísta” que nos hizo para asegurarse la existencia, luego surgió el “meme”, un segundo replicador basado en la imitación y el contagio cultural que incrementó exponencialmente el proceso de conservación de ADN humano pero que los humanos usamos para sustentarnos. Sin embargo actualmente debemos lidiar con un tercer replicador, los llamados tremes: unidades digitales que se esparcen computacionalmente volviendo a los humanos obsoletos como transportadores confiables de información. El riesgo es que no tengamos sentido en un mundo en el que las cosas evolucionan ganando capacidad de transmitir información cada vez mas compleja.
Algo así es lo que creo que propone Sara Walker: los sistemas biológicos son dispositivos que copian, procesan y reenvían información al entorno mediante algoritmos que en el caso de los humanos los adultos transmiten a sus hijos que aprenden porque “por naturaleza” son adictos a la información, o mejor dicho coleccionistas de algoritmos y memes.
James Sethna de la Universidad de Cornell es un físico dedicado a las transiciones de fase. Investiga los puntos críticos en los que la nieve empieza a caer, o el flujo del humo del cigarrillo deja de ser laminar, o cuando las semilla de girasol responden al calor de la sartén. Su idea (prigoginiana) es que nuestros cuerpos están en transición y que justamente eso es lo que hace que nos mantengamos vivos, seleccionando lo que está mas allá del ruido de base: los sonidos pero tambien lo que hace la vista y los otros sentidos.
Es decir que nuestros sentidos están en los límites, en la transición entre fases, tal como están las membranas de las células que están al borde del desorden: nuestros sistemas están en el borde de la estabilidad.
Entre el orden y el caos, toda optimización lleva aun punto crítico donde una sola oscilación puede hacer colapsar los sistemas al borde y la mente se desarrolló para estabilizar los bordes críticos, usando memes para estabilizarse provisoriamente.
Retomando la pregunta inicial quizás la flecha evolutiva seleccionó organismos capaces de reunir y procesar información: todo evoluciona para mejorar la capacidad de procesar información, los sistemas sociales son buscadores de información y la evolución es un ciego captar información y crear conocimiento.
Es que quizás la vida y la información sean lo mismo o dicho de otro modo el propósito actual de la vida es ser reemplazada eficazmente por máquinas computacionales con mejores algoritmos evolutivos, treméticos. Si fuera así lo que sucede cada día, cuando nos levantamos y vemos que las cosas son diferentes, es que el mundo está evolucionando y cada vez se interesa menos por nosotros.