Vida hay una sola, pero también hay muchas. Al menos hay muchas formas de vivirla y de entender como se la vive.
Para algunos se trata de meter las cosas en cajas, rotularlas y apilar todo ordenadamente: es una perspectiva para pensar la “vida” que conecta a Emile Durkheim (1) con Carlos Marx o con Talcott Parsons. La vida son sistemas de coherciones, placas premoldeadas, organos enormes de los que formamos parte sin saberlo.
Hay otro modo, bien distinto y mucho menos ordenado: por ejemplo para Ludwig Wittgenstein la vida tiene que ver con la intencionalidad, con una mezcla de intuición y percepción que tiene mucha y buena prensa hoy en día.
O para Nietzsche que entiende a la vida como dolor, lucha e irracionalidad
Hasta acá la discusión no resuelta, mas bien todo lo contrario, del siglo XX: razón o emoción, función o deseo, orden o ansiedad pero siempre relativo a una vida con los pies sobre la tierra, o mejor dicho sobre la Tierra.
Ya no es ninguna novedad que con las tecnologías digitales, con las ondas electromagnéticas arando toda la atmósfera y con bases de datos flotando en los 40.000 satélites que nos envuelven ya nada volverá a ser como antes y que desde ahora tenemos que pensarnos viviendo “en el aire” y en red.
Como sintetiza Manuel Castells (La Sociedad Red. Alianza Editorial, 2006): “ la revolución de las tecnologías de la información y la reestructuración del capitalismo han inducido una nueva forma de sociedad, la “ sociedad red” , que se caracteriza por la globalización de las actividades económicas decisivas desde el punto de vista estratégico, por su forma de organización en redes, por la flexibilidad e inestabilidad del trabajo y su individualización, por una cultura de la virtualidad real construida mediante un sistema de medios de comunicación omnipresentes, interconectados y diversificados, y por la transformación de los cimientos materiales de la vida, el espacio y el tiempo, mediante la constitución de un espacio de flujos y del tiempo atemporal, como expresiones de las actividades dominantes y de las elites gobernantes” .
Son aquellas categorías del siglo pasado vigentes aun o tenemos que desmontarlas y barajar y dar de nuevo?
(1) E. Durkheim. Les regles de la methode sociologique ‘Paris: Presses Universitarires de France, 1956, p. 5