¿Donde y cómo terminó la modernidad? ¿Cuando descubrimos que todos eso de la perspectiva era un gran engaño? ¿Cuando supimos que las fábricas iban a colapsar tarde o temprano? ¿Porqué sabíamos que el Titanic se hundiría antes de ser construido? ¿Porqué los libros resultaron tan aburridos y obsesivos de golpe?¿Cuando nos dimos cuenta que el progreso tenía un tope?
Muchas veces he creído que se trataba de una cuestión de medios y mensajes, es decir de formatos, y que la electricidad y el petróleo eran los que habían oxidado el viejo mundo. Leí por ahí que Picasso y su grupo habían encendido la mecha, pero me resulta muy tardío como para darle los honores del fin de la modernidad.
Además, no se puede poner todo sobre las espaldas de una persona, pero lo voy a expresar así: Van Gogh, muy a pesar de sus admiradores televisivos, fue el que puso a rodar la bomba atómica en la que nos hemos convertido.
El crítico de arte Waldemar Januszczak propone en uno de sus documentales algunas ideas que sirven para pescar muchas cosas del cotidiano en el que se ven las huellas de Van Gogh. Por ejemplo; para el pintor holandés los cuadros nocturnos eran mas coloridos que los del día. Y es cierto, muchas veces había pensado eso, pero viendo La noche estrellada queda bien claro.
Pero otras son mas difíciles de asir: pensar que el cólera y cáncer son medios de transporte al cielo mucho mas eficaces que el caminar a pie abre muchas preguntas, como cuando Van Gogh fue acusado de abuso sexual en la misma época en la que había leído un libro sobre casamientos temporales con niñas japonesas, cosa que había hecho para tratar de salir de la impotencia.
O que Theo había llegado a extorsionaa a Paul Gauguin para que se fuera a la Casa Amarilla de Arlés a acompañar a su hermano.
O que los girasoles funcionaban como autoretratos.
O que las sobredosis de cafeína eran diarias y vividas como imprescindibles.
O que luego de una corrida, donde el corte de oreja al toro muerto era una liturgia ancestral, se produjo la mimesis para que Van Gogh se cortara la oreja y fuera derivado al hospital de Arlés, donde fue atendido por el Dr Rey.
O que los vecinos pidieron que fuera echado del pueblo con el argumento de que: “bebe demasiado y molesta a las mujeres del pueblo”.
O que el Manicomio de Saint Remis, donde hizo su internación voluntaria de 1889, fue la ciudad de Nostradamus: ahí pintó 150 cuadros durante ese año.
O que no pintaba las rejas de su habitación de hospital.
O que se diagnosticarían casi 20 enfermedades mentales diferentes.
O que Van Gogh hacía salidas autorizadas con un acompañante terapéutico al que un día agarró a las patadas en un período en el que producían mas de una pintura por día.
Percibo que algo no funcionaba en el modo de vida que embebía a Van Gogh, a fines del siglo XIX.
Empiezo a entender que los “ataques” de Van Gogh estaban relacionados con sus situaciones vitales, como el embarazo de su cuñada, la muerte de su padre, el abandono de la única mujer con la que convivió… pero sobretodo con el color, que se volvía incapaz de nombrar. Algo pasaba con el color.
Empiezo a captar que la hiedra fuera su planta favorita y me agrada.
Empiezo a entender porqué en Auvers, su ultimo destino, escribió que su médico Paul Gachet estaba mas enfermo que él.
Comprendo su mirada de la iglesia, a la que retrató de espaldas.
1890, julio. Van Gogh se dispara debajo del corazón y luego se acuesta con la bala adentro del cuerpo. Tiene 37 años y 9 años de artista, pero su producción importante se ubica en los tres últimos años.
Muere un par de días después junto a Theo, que 6 meses después fallece de sífilis: su cuñada es la que se dedicará a difundir y vender su obra.
Le voy agarrando el hilo. Lo voy palpando. Y digo: estamos en la noche.
Las viejas luces se han apagado. Y Van Gogh lo avisó a tiempo, como pudo.
Y es verdad: se ve mejor de noche.