El casco fue inventado gracias a la maza hace unos 5000 años, en lo que ahora es Turquía, pero su uso habitual en la guerra permitió que se imaginara un hacha capaz de hundirse hasta el cráneo y todo lo que había adentro.
No era algo nuevo esto de la evolución de las cosas. La mano humana había evolucionado durante milenios en África, para adaptarse a piedras arrojables o cortantes, pero esas mismas rocas se fueron viralizando por todo el mundo prehistórico, distribuyendo una forma que apareció luego en el mouse, o en el celular.
Todos sabemos que es muy difícil cambiar. Reconocerlo no es poco. ¿Pero además las cosas cambian solas? ¿Se cambian unas a otras? Si es así: ¿Cómo cambian las cosas?
Evidentemente Charles Darwin tenía razón en lo de la persistencia del mejor en reproducirse, pero ¿porqué en un momento se dejó de usar la Sinclair 2068 o empezamos a usar el tenedor?
La idea que tenemos es que los factores externos, el contexto, el clima, las causas, las otras especies o las otras personas son las que fuerzan la selección de unas formas y el descarte de otras, pero he estado viendo y pensando que no es tan así.
En genética existe un ejemplo intrigante para pensar: los transposones, porciones de ADN que se reproduce a si mismas, ocupando porciones enormes de nuestro ADN. Los transposones se mueven por la cadena deADN cayendo eventualmente y al azar aparentemente en porciones que codifican genes estables. cambiándoles, la mayoría de las veces para afectar una función, pero cada tanto, y con una frecuencia calculable, produciéndo un beneficio adaptativo.
Así les creció el cuello a las jirafas, así nuestras manos pudieron agarras piedras para cortar cuero y así algunos vegetales aprendieron a hacer lignina y elevarse en troncos.
Es decir que los transposones no son neutros porque pueden producir desde defensas inmunitarias a mas de 100 enfermedades genéticas, incluso combinándose con virus o saltando de especie en especie.
Algo parecido sucede con los “organismos” digitales, que podrían estar evolucionando con mutaciones que no dependan tanto de los programadores y que han sido bautizados con el nombre de avidianos.
Son seres digitales, porciones de programas, capaces de replicarse y desarrollar una memoria rudimentaria. Para entenderlos en la Universidad de Michigan el filósofo y científico Robert Pennock desarrolló un mundo virtual que llamaron Avida, al que poblaron con avidianos.
Como si tuvieran trasposones se copian imperfectamente y loos errores aleatorios de copia crean diferencias en el código que dicta cuán bien, o mal, les irá en Avida. Los avidianos comen, se mueven, se reproducen, cmopiten entre sí, desarrollan una memoria rudimentaria y sobretodo evolucionan.
Me he bajado software que este equipo deja a disposición y las virtualización son asombrosas. Como el ADN, los entornos informacionales posiblemente empiecen a cambiar como cambian todas las cosas.
Como cuando apareció el casco, en Turquía, y que hizo imaginar un hacha para partirlo.