Una característica de los cerebros es su peso. El del homo sapiens 1,5 kg, el del cachalote 7 kg y el de algunos bicharracos minúsculos menos 100 neuronas, que sólo Dios sabe cuánto pesan.
Hay además otra característica interesante y es que la relación entre los pesos corporales y del cerebro de diferentes especies mantienen una relación evolutivamente óptima. Sin embargo saber de pesos poco nos dice sobre lo que realmente hacen estos cerebros.
Algo parecido sucede con las ciudades: encontraremos ciudades de 10 millones, de un millón, de cien mil o de diez mil habitantes conservando una distribución de “pesos” más o menos constante. Es decir con pocas ciudades enormes y decenas de miles ciudades pequeñas, todas siguiendo una relación logarítmica que relacione el tamaño de los paises y los de sus ciudades, pero casi nada de cómo funcionan vamos a entender en base a eso.
Leyendo sobre este asunto encontré luego otro atributo más enriquecedor aún, por las ideas que se pueden sacarle: las neuronas de estos cerebros, tal como las de las urbes, forman redes intrincadas, independientemente de la cantidad (o escala) de neuronas o individuos considerados.
Si bien hace 3 décadas se conoce en detalle el Caenorhabditis elegans y sus 302 neuronas y enlaces, recién en los últimos años se ha convertido el mapeo de redes de neuronas (conectomas) de animales pequeños en un tema núcleo en neurociencias. Lo mismo está ocurriendo con los estudios en ciencias sociales y antropológicas en las que el análisis de redes sociales da explicación a muchos fenómenos desde la aparición de nuevos gobernantes a las actuaciones de los equipos de fútbol.
Es que la introducción del álgebra matricial, que requiere gran capacidad de cómputo, sólo se pudo hacer a gran escala cuando los laboratorios estuvieron lo suficientemente equipados, cosa que recién ocurrió hacia fines de la décad del 90.
En esta línea hace un par de años se logró el mapeado del conectoma de Ciona intestinalis, un pequeño animal marino de hasta 20 cm que paradójicamente tiene el mismo plan corporal que los vertebrados.
Sabemos ahora que tiene 177 neuronas para las cuales se estableció el grafo de las conexiones.
Cuando analizaron la matriz de conexiones descubrieron que formaban una red “mundo pequeño”, es decir muchas subredes locales altamente conectadas unidas entre sí por un número menor de conexiones de largo alcance, algo que ya sabía del conectoma de C. elegans, las redes sociales y las redes eléctricas (Watts y Strogatz, 1998). Si bien las neuronas se agrupan fuertemente en grupos se necesitan solo 2,7 pasos neuronales para pasar de cualquiera de ellas a otra en la red.
Ciona tiene dos comunidades neuronales diferenciadas: unas que forman un sistema central y otras que forman un sistema nervioso periférico.
El periférico contiene solamente unas pocas neuronas sensoriales que están preferentemente en contacto directo con el medio ambiente y relativamente aisladas. El sistema nervioso central tambien tiene sistemas sensoriales (que contienen un solo ojo en el lado derecho de la cabeza, un órgano que es sensible a la gravedad y células que se cree que perciben la presión) y ambos sistemas sensoriales se conectan a un grupo de neuronas muy interconectadas del sistema central que se conectan a su vez con neuronas motoras, que implican comportamientos relativamente simples, como nadar.
Lo que vieron los investigadores es que si bien el cerebro de Ciona puede integrar muchos estímulos, sólo activa un patrón de movimientos a la vez. Es decir la comprensión de la topología de redes sirve para comprender porqué un animal simple es capaz de integrar diferentes inputs para convertirlos en un solo comportamiento adaptativo, en el que converge la energía entregada a cada músculo.
Así como grupos de neuronas producen un comportamiento también los grupos de animales pueden articular sus estímulos para desarrollar un único acto colectivo, como el volar de los estorninos o los cardúmenes de cíclidos.
Luego de décadas en las que se confió en el modelo de la reglas simples hoy en día se ha comenzado a estudiar a estos grupos analizando a cada individuo del grupo y cómo su comportamientos se relaciona con el del resto.
Así, cuando observaron a los cíclidos, entendieron que los miembros del cardumen captaban preferentemente los desplazamientos atípicos únicamente si eran producidos por uno de los peces de la mayoría y no un pez de la elite dominante.
Es decir que alcanzaba con que unos pocos ejemplares de los comunes cambiaran sus preferencias de orientación para influir en el comportamiento de los demás por medio de pocos pasos entre individuos.
Llevados estos hallazgos a la comprensión de las sociedades humanas es evidente lo importante que es el entendimiento de la topología de redes, tanto a nivel celular como a nivel societario, independientemente de su volumen, o de su peso, y esto no solo para diagnosticar cambios de comportamientos grupales, sino tambien para inducirlos.
Todo esto me lleva a sacar varias conclusiones provisorias y una es que las ideas de los liberales cada vez mas a la moda pueden ser apropiadas cuando se trata de individuos no estresados que deben adaptarse a contextos estables, pero en condiciones de tensión colectiva (recesión, inflación, conflictividad por distribución de recursos, violencia, etc) lo que sucede es que terminarán produciendo fenómenos sociales en los que los comportamientos individuales quedarán subsumidos a las dinámicas de las redes en las que sobreviven.
Sólo cuando las condiciones externas a la red lo permitan podrán producirse singularidades capaces de sobreponerse al peso de los comportamientos colectivos.