Allá por el 2009, cuando Lino Barañao, el crónico Ministro de Ciencia y Tecnología del gobierno K, deslegitimó el trabajo del Dr. Andrés Carrasco, puede que no se haya equivocado.
En verdad poco se dice de este silencioso integrante del gabinete que permanece protegido detrás de las bambalinas del relato oficial, pero quizás sea hora de que pongamos sobre la mesa un problema de su incumbencia que nos afecta a todos, y vaya que si.
Porque es posible que los problemas sobre los que alertaba Andrés como colaborador de la Revista Causa Sur merecieran una corrección, pero no según el desacreditador ministro por ser de dudosa ética, sino más bien todo lo contrario: la situación de los agroquímicos es mucho más grave hoy de lo que pensábamos hace 5 años y lo que sucedía es que Andrés Carrasco se estaba quedando corto. Al menos esa es la conclusión que uno puede sacar viendo las prioridades de Barañao.
Veamos algunos puntos sobre los que parece existir poca atención K y ministerial, sin intención de totalizar la cuestión:
1- El DDT, un pesticida sintético no biodegradabe que se usó durante años y sobre lo que no se tomaron medidas remediatorias a tiempo, está finalmente llegando a las napas de agua utilizadas por las poblaciones de menores recursos. Es evidente que los efectos comenzarán a evidenciarse en breve en las personas expuestas. ¿Cuánto del presupuesto de Lino está dedicado a esto?
2- La sustancia 2-4D, que se conoció públicamente por un derrame que afectó a 31 personas en la localidad de San José de la Esquina (también a la flora y fauna de la localidad) puede afectar la producción de neurotrasmisores en lactantes humanos según recientes investigaciones internacionales, lo que podría generar daños crónicos en los bebés expuestos. ¿Cual es la opinión del Ministerio de Ciencia y Tecnología?¿Calla porque otorga?
3- Insecticidas ampliamente utilizados como el endosulfán, que producen habitualmente dermatitis y problemas bronquiales en humanos es tóxico especialmente para los peces, lo que podría generar un efecto ecológico de dimensiones desconocidas. ¿A quien le importa en el gobierno K?
4- Un insecticida prohibido en Europa como la clotianidina, que es miles de veces veces más tóxico que el DDT, sigue utilizándose en Argentina, por lo que las poblaciones de abejas se verán afectadas como sucedió en los países donde se dejó de utilizar. Desconocemos si Barañao ha lanzado algún alerta al respecto.
5- Los fungicidas son ampliamente utilizados para el control de hongos en soja y otros cultivos: dado que los seres humanos también interactúan con los hongos somos también muy sensibles a los efectos de estos tóxicos, especialmente a nivel hepático. Entonces?
6- En algunas regiones como Groenlandia se ha producido una verdadera epidemia de Síndrome de Parkinson debido al uso indiscriminado de agrotóxicos. ¿Cual es la situación Argentina?
7- Pocos se sabe de cómo se controlan los protocolos de producción de estos estos agroquímicos, pero si se conoce que muchas veces son lanzados descuidadamente en arroyos vecinales o desparramados sin control cerca de poblaciones que desconocen estos incidentes, como denunciaron recientemente en Ramallo grupos ecologistas. ¿Cual es la ciencia y técnica del asunto?
8- Por último el glifosato, el preferido del Ministro Barañao y posiblemente de la Sra Presidenta, sea solo un controlador de malezas biodegradable poco peligroso (como parece creer el ministro), pero SOLO SI SE LO PONE EN RELACION CON LOS RIESGOS DE TODOS LOS OTROS AGROTOXICOS DE LOS QUE EL GOBIERNO NO SE OCUPA.
Si bien buena parte del descontrol depende de SENASA, que forma parte del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y no del área de Barañao, poco sabemos de las acciones que surgen, respecto a estos gravísimos problemas, desde esa caja negra desde la que habla el Ministro Lino Barañao.
Pero lo que escribe, como aquellos emails filtrados a la prensa en los que denostaba al Dr Angel Carrasco, es preocupante todavía. Parte de todo esto se debe a una dificultad personal del ministro con lo que él llama las ciencias blandas (es decir las humanas, como las ciencias sociales, la antropología o la política entre otras), pero eso no explica todo el problema. En fin, allá él.
Somos ahora herederos de la actitud y el comprometido rigor científico del recientemente fallecido Dr. Andrés Carrasco.
No solamente los científicos: cada uno, desde su lugar, debería ser continuador del legado de Andrés, porque todos deseamos el éxito de la producción del agro, pero no a costa de la salud de estas ni de las próximas generaciones de argentinos.