Yendo por ahí se ven cosas raras. Por ejemplo ¿porqué aparece tanta basura en la vereda, indefectiblemente, cada mañana?
¿Cómo es que existe un “club de regatas” junto al rio mas contaminado de la Argentina?
¿Porqué el fin del medio ambiente es un tema tan circunstancial que sólo lo puede plantear un aguafiestas en lo mejor de la cena?
Es más: ¿Porqué el médico subestima la consulta del paciente y éste desconfía tanto que consulta luego con google?
¿Cómo es que el profesor le enseña lo que no sabe a su alumno, muchas veces más capacitado que él para intervenir en este mundo de diseño de información?
¿Porqué ese desprecio de prostitutas, almaceneros, dirigentes o cartoneros por sus clientes, sus asociados, sus discapacitados o sus proveedores? ¿Porqué los mozos tratan a los comensales como los políticos a los habitantes o los limpiavidrios a los que frenan en el semáforo?
No solo nos podríamos preguntar como es que suceden estas cosas, sino porqué nos hemos acostumbrado a ellas!
Una de las explicaciones a algunas de estas dudas la brinda la teoría de Erving Goffman: la vida en sociedad es como una obra de teatro. Existe un escenario y un “backstage”, es decir una parte visible para la platea y otra que es ocultada por el telón, ergo si no me miran… pues tirarmos basura donde nos plazca.
Vivimos así, creo que diría Goffman, no por los atributos de las cosas (desechos) o las personas (vecinos), sino por las relaciones visibles e invisibles que establecen con lo que los rodea. La buena vecindad ante todo.
No importa si el paciente, el si cliente o si el agua tienen tal o cual característica, sino vínculo que ese rasgo puede tener respecto a sus contrapartes y cómo éstas y los otros pueden sacarle provecho traficando con eso.
Si algo está fuera de duda en el siglo XXI es que el escenario y el detrás de escena, que antes estaban claramente delimitados, han empezado un movimiento (definitivo?) de hibridación.
Así hemos estado explicándonos las cosas hasta hoy: la línea que mantiene separados lo visible de lo invisible se ha corrido, o se disuelve lentamente, o se volverá una banda de moebius.
Vendedor y comprador, autor y lector, éste y aquel son ahora una relación pero al mismo tiempo cada vez hay mas son vínculos, entre otras cosas gracias a facebook y redes a distancia semejantes. Por todos lados se amplifican e hipertrofian los contactos y por lo tanto el valor de las relaciones se inflaciona. Así como el aumento en la temperatura planetaria hace que cotice mejor el hielo, lo mismo sucede con la intimidad y lo criptográfico.
Así hemos estado explicándonos las cosas, es verdad, tanto como que ya no importan un comino las explicaciones.
Ya no importa porque estamos en la era de las consecuencias, tal como lo predijo el ex-primer ministro inglés Winston Churchill en 1936.
Es que los problemas no ya no crecen lineales, sino exponenciales. Ya no son locales sino fractales, ya no se solucionan, se disuelven. Los problemas son como los virus: esperan en cualquier canilla al sediente, se clonan con nada, se esparcen con el viento y donde no actúan los anticuerpos hacen desastres.
Mi pobre parra casi no ha dado uvas este año. Las napas han subido hasta casi llegar a la superficie, al punto que algunos vecinos han tenido que extraer el exceso de agua con bombas. Al mismo tiempo que la ciudad se arroja encima más agua de la que puede escurrir, a pocos kilómetros ha dejado de llover y la sequía será la mas agresiva desde que se toman mediciones.
Alrededor de esta simple observación se tejen enormes redes de relaciones, nadie sabe bien si visibles o invisibles y ademas nadie sabe si algo tienen importancia.
Por eso pensaba que el agua está subiendo hasta el cuello y por eso creo que Churchill tenía razón, pero encontrarle el hilo es difícil.
Si, es verdad: se ven cosas extrañas hasta en el jardín de la casa.