Jean-Paul Sartre experimentó con mescalina en París en 1935 y descubrió que distorsionaba su percepción visual: no solo por unas horas, sino durante semanas.
Decía que las casas parecían tener “caras de lágrimas”, que los relojes parecían búhos y que cangrejos y pulpos lo seguían por las habitaciones de su departamento.
Años después Maurice Merleau-Ponty diría que “la alucinación es el problema de cualquier teoría materialista de la conciencia” e, inaugurando la fenomenología francesa, abrió la discusión sobre los efectos psicodélicos de la mescalina en la fenomenología de la percepción.
Los alucinógenos alteran los mecanismos de filtración normales que emplea el cerebro, estimulando conexiones inhibitorias de largo alcance, lazos largos que al apagar áreas producen un efecto de des-segregación de red , lo que permite que las señales aleatorias se amplifiquen por un efecto Turing estocástico.
En los últimos años ha surgido una evidencia contundente de cómo surgen patrones estocásticos de Turing en los sistemas biológicos: Ronald Weiss, un biólogo sintético del Instituto de Tecnología de Massachusetts había desarrollado biofilms bacterianos para expresar una de dos moléculas de señalización diferentes.
Intentanto demostrar la evolución de un patrón clásico de Turing, etiquetó las moléculas de señalización con marcadores fluorescentes de modo que los activadores brillaran de rojo y los inhibidores brillaron en verde. Aunque el experimento comenzó con una biopelícula homogénea, con el tiempo surgió un patrón parecido al de Turing, con lunares rojos diseminados en una franja verde.
Las biopelículas formaron patrones estocásticos de Turing porque la expresión génica es un proceso ruidoso. Según Joel Stavans, del Instituto de Ciencias Weizmann en Israel, ese ruido es responsable de las disparidades entre las células, que pueden tener la misma información genética pero comportarse de manera diferente.
En otro trabajo recientemente publicado, Stavans y sus colegas investigaron cómo el ruido en la expresión génica puede conducir a patrones estocásticos de Turing en las cianobacterias, organismos antiguos que producen una gran proporción del oxígeno en la Tierra.
Los investigadores estudiaron la Anabaena, un tipo de cianobacteria con una estructura simple de células unidas entre sí en largas cadenas. Las células se pueden especializar para realizar una de dos actividades: la fotosíntesis o la conversión de nitrógeno en la atmósfera en proteínas.
Una Anabaena podría tener, por ejemplo, una célula fijadora de nitrógeno, luego 10 o 15 células de fotosíntesis, luego otra célula fijadora de nitrógeno, y así sucesivamente, en lo que parece ser un patrón de Turing estocástico.
El activador, en este caso, es una proteína que crea un ciclo de retroalimentación positiva para producir más proteínas de este tipo. Al mismo tiempo, la proteína también puede producir otras proteínas que se difunden a las células vecinas e inhiben la producción de la primera proteína. Esta es la característica principal de un mecanismo de Turing: un activador y un inhibidor que combaten entre sí.
Los procesos estocásticos de Turing parecen explicar el mismo mecanismo que ocurre en la corteza visual. Los hallazgos también muestran cómo el ruido juega un papel fundamental en los organismos biológicos.
Estos días he conversado con dos especialistas en sistemas y me han dicho que, aunque parezca demasiado arriesgado afirmarlo, las computadoras parecieran funcionar de un modo bastante parecido.
En los años 20, Klüver también trabajó con sujetos que informaron alucinaciones táctiles, como telarañas que se arrastraban sobre su piel. Procesos similares podrían desarrollarse en la corteza auditiva, lo que podría explicar no sólo las alucinaciones auditivas sino también fenómenos como el tinnitus. Una teoría de las alucinaciones si funciona para la visión, debería funcionar para todos los demás sentidos.
(Basado en un artículo de Jennifer Ouellette publicado en Quantamagazine)
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