Alemania desarrolló las herramientas químicas que permitieron la segunda revolución industrial y gracias a eso Arthur Heffter a fines del siglo XIX aisló por primera vez el principio activo del peyote, cactus del que se obtiene hoy la mescalina.
La mescalina era clave en los rituales chamanísticos de muchas tribus centroamericanas: inducía alucinaciones visuales que funcionaban como patrones en los que se alojaba el futuro por adivinar, ya sea respecto a lugares de cacería, mejores sitios de enfrentamiento con enemigos o simplemente para sostener al líder del momento.
La mescalina tenía un efecto on/off social, es decir definía el vamos o nos quedamos, apoyamos o nos rebelamos: organizaba las oscilaciones entre decisiones positivas y negativas. Los encargados de llevar adelante el proceso eran los brujos, que solían ser viajantes que realizaban recorridos largos entre un grupo tribal y otro.
La idea es anotar esto: la mayoría de los habitantes se movían en pequeñas distancias, manteniéndose conectados siempre a los mismos individuos.
Las conexiones y los conectados
Hay vidas perpendiculares y también procesos paralelos. El sistema nervioso tambien tiene una matriz comparable al de las tribus centroamericanas, con muchas neuronas conectadas próximamente y unas pocas con conexiones a larga distancia. Ahora sabemos además que en el cerebro el número de neuronas que están activadas o desactivadas fluctúan aleatoriamente. Si una neurona activadora se enciende aleatoriamente, puede causar que otras neuronas cercanas también se enciendan. Por el contrario, cuando una neurona inhibitoria se activa al azar, hace que las neuronas cercanas se apaguen.
Sin embargo hay un detalle en la configuración: debido a que las conexiones entre las neuronas inhibidoras son de largo alcance, cualquier señal inhibitoria que surja aleatoriamente se propaga más rápido que las señales excitadoras aleatorias, exactamente lo que se necesita para un mecanismo similar a los patrones estocásticos de Turing que describimos en el posteo anterior.
Para funcionar, la corteza visual debe ser estimulada principalmente por estímulos externos. ¿Qué impide que los patrones de Turing estocásticos que se disparan constantemente no nos hagan alucinar constantemente?
Butler y Goldenfeld de la Universidad de Illinois encontraron que las conexiones excitatorias eran cortas, locales, mientras que las inhibidoras eran lazos largo lo que ayuda a suprimir la propagación de señales aleatorias lo que fue corroborado con modelos de redes neuronales.
La hipótesis principal es que la evolución ha seleccionado una configuración de red singular que inhibe los patrones alucinatorios que se generan espontáneamente, privilegiando los estímulos externos interrumpiendo el mecanismo estocástico de Turing y la percepción de embudos, telarañas o espirales.
Los patrones dominantes que se propagan a través de la red se basarán entonces en estímulos externos aunque de ser lo suficientemente intensos pueden activarse con estímulos internos.
Si la corteza cerebral se hubiera construido con estas conexiones inhibitorias de largo alcance en todas partes, entonces la tendencia a formar estos patrones sería más fuerte que la tendencia a procesar la entrada visual pero, debido a que las conexiones inhibitorias de largo alcance son escasas, no se producen patrones espontáneos a menos que los obligue a hacerlo, simulando los efectos de las drogas alucinógenas.
Se podría resumir diciendo que nuestro cerebro produce alucinaciones continuamente las que son filtradas mediante una trama de neuronas seleccionadas evolutivamente para ese fin.
En el próximo posteo de esta línea voy a intentar extraer los efectos de este hecho biológico.
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