Acá estoy. Sentado en mi silla de plástico blanco, pisando con los pies descalzos la gramma que ha sobrevivido a las breves pero intensas heladas que cayeron este invierno. El solcito de la tarde trata de darme alguna energía y me dice: quedate acá, quedate acá…
Acá estoy. Si. He conversado por zoom y por meet y por wapp con algunos queridos amigos, con el termo a mi costado, como si fuera un paje que me recuerda a mi dulcinea y a mi inútil disputa con los molinos.
Acá estoy, harto. Si. Muchachos me tienen harto. Les soy sincero.
Me tienen las bolas bien llenas mis queridos amigos mauricistas y cristinistas. En realidad los pongo acá de ejemplo nomás. Me pudrieron con sus automatismos, con sus prejuicios, pero me tienen las pelotas más que hartas porque ambos polos del #macristinismo se han convertido en una horrible máquina del no pensar, del no usar la cabeza, del no opinar genuinamente.
Y como entre otras cosas soy psiquiatra, entonces tengo el prejuicio de que creo que las personas tienen que tener sus propias creencias, sus propias emociones, sus propias acciones y después, claro, mantenerlas sincronizadas, coordinadas, integradas con los demás.
Me tienen harto. En serio. La pobreza es culpa de la pandemia! me dice uno. No! es culpa de la cuarentena. Yo les digo muchachos, es culpa de Ustedes, que se acomodaron, que se relajaron, que se dejaron gobernar como corderos silenciosos.
A ver. Déjenme de joder. Déjense de hacer ese papel ridículo. No se si se dan cuenta. Basta, es suficiente.
En uno de los lados los han puesto a los macristas, que plantean la cuestión económica desde una vieja versión de la era industrial, es decir llaman a reducir el déficit fiscal estatal mediante el recorte de partidas presupuestarias.
Confían en un mercado transparente y competitivo, aunque saben perfectamente que el mercado no es ni transparente ni competitivo y que necesita reglas de juego controladas firmemente por los representantes de la Ley, de la que no quieren ser esclavos.
Hablan de Adam Smith sin haberlo leído. Yo, que lo releí varias veces, tengo bien claro que él no era optimista, que no creía que la riqueza llegara a los trabajadores. Nada bueno esperaba para los trabajadores Adam Smith. Leanlo, es genial.
Los macristas viven en un mundo de empresas, si financieras mejor y ya me lo han dicho una y otra vez: para que querés pymes si podés tener grandes corporaciones, para qué querés escuelas públicas si podes repartir bouchers para escuelas privadas, para que querés hospitales si hay clínicas privadas, para que queres producir si podes importar y para qué querés científicos si afuera hay muchos y de hecho los de acá han sido tan sabios que han optado por irse a la mierda en el momento justo.
Es increíble, pero viven un mundo con estas ingenuas creencias, un mundo que se equilibra cuando no hay inflación, cuando los sueldos son bajos y cuando la propiedad privada está asegurada por el sistema penal.
La propiedad privada es en lo primero que piensan y quizás lo único. Les he llevado algunas ideas y me preguntan por la patente, los he invitado a pasear y me preguntan de quién es el lugar. El ejemplo es ese productor, que usufructúa cientos o miles de hectáreas que ha heredado de alguna correría del tatarabuelo. El quiere cobrarlo en un paraíso fiscal y no quiere pagar ningun impuesto por eso, como si las rutas, las facultades públicas de ingenieros agrónomos, las redes sanitarias, las asociaciones de productores, los puertos, las estaciones de servicio, la tierra misma, los doscientos años de planificación etc etc fueran parte de un decorado ancestral con los que no tienen nada que ver. Porque es propiedad privada lo suyo. “Privada de qué” me gusta preguntarles. No mis amigos, hay una herencia compartida, será más o menos difusa, pero es de todos.
Sí, es así. Se que no les gusta la idea. Prefieren cerrar los clubes y que les den un buen servicio, y que lástima los perdedores que no lo puedan pagar. Cosas así. Si hicieran eso y nada más vaya y pase, pero se asocian en la alternancia con el otro polo elegido por la embajada. Dejenme de joder. Así se los digo.
Mis amigos macristas han creído en una marca que la familia Macri fue poco a poco haciendo crecer en el mercado político, pero que no deja de ser eso, una marca, la imagen diseñada en transmedia y memorizada colectivamente de un grupito, de una elite.
Y en el otro lado los han puesto a los cristinistas, con su caballito de batalla jesuítico. Ellos creen en que hay que decir que solamente se trata de cuidar a los carencientes, casi casi hay que cultivarlos, reducir las desigualdades y potenciar lo provinciano. Pero no se quedan ahí. Para los cristinistas hay un ente, el pueblo, naturalmente bueno, casi tan bueno como los pueblos originarios, pero que necesita una líder que los proteja del neoliberalismo.
El pueblo ha elegido a una líder y la líder no los traiciona, ella se entrega a su pueblo que la ha elegido para que ella sea la que piensa críticamente. Es la líder, la jefa, a ella hay que seguirla sin pensar, porque ella nos protege. Ella ha luchado contra el neoliberalismo. Y lo repiten hasta creérselo, no importa todas las trapisondas que su grupito haya hecho, una tras otra, que se cuentan en decenas de libros con detalles, con fotocopias y originales y hasta en los videos no borrados del ahora presidente Alberto Fernandez.
Se dicen de centroizquierda pero no dudan en castigar cualquier disonancia, son capaces de aliarse con Putin o con quien sea con tal de tajearle la cara a quien pase por ahí, en una vorágine de creación de poder de amedrentar o comprar que no tiene tope.
Ellos, los cristinistas, van a encontrar el malo de la película, de lo que sea, e inyectarle toda la culpa mediática que le entre en las nalgas y largarlo castigado por ahí, hasta que se les pase. Todo empresario es la maldad misma hasta que se demuestre lo contrario y lo contrario se demuestra aliándose a ellos.
Azoradas, las personas que miran este espectáculo desde afuera se fijan en sus calendarios para ver si realmente estamos en el siglo XXI.
Desipere est juris gentium
(ser irracional es un derecho de todos).
La vida me ha enseñado que hay una traición a la vuelta de cada esquina, que la persona que te acaba de dar la mano ahora tiene un puñal y te lo va a clavar indefectiblemente, porque has confiado en ella. Pero también me ha enseñado que ese desconocido que pasa por ahí te va a devolver la billetera que se te cayó mientras cruzabas la avenida, esa billetera con todo el sueldo del mes adentro, aún cuando tenga que cortar el tránsito para hacerlo.
Y me ha enseñado también que los #macristinistas de veras, los de la elite de arriba, los porongas del asunto, los que van a besar banderas ajenas, a esos a los que mis amigos han puesto como en un Disney maldito en los casilleros de los malos y los buenos, están ahora merendando juntos en el Hotel Alvear, están repartiendo papeles en una de esas mesas a las que no llega el público de la calle y acaban de aceptar que hubo que terminar con tal o con cual, para que el mundo siga funcionando y los dioses estén contentos.
Hoy comerán con algún inversor inmobiliario, o con un agente chino, o con alguna empresa que venda comida en bolsitas de plástico brillantes todos juntos: los chicos de La Cámpora, Nicolás Caputo, la gente de Bulgueroni, el capanga de los piqueteros y bien entrada la noche, con o sin barbijos, apagarán los cigarrillos que nunca vamos a fumar.
Los macristas juegan a desconocer lo que saben los cristinistas y visceversa. Son las dos caras de una misma moneda, de una moneda que se llevan ellos, mientras la pobreza alcanza a la mitad de la población.
Los conservadores mauricistas te dirán su perspectiva de geometrías numéricas. Es lo que han decidido ver. Sus supuestos contrarios, los que siguen a su líder pero encerrados en la misma habitación con los macristas, apoyan en las espalda de sus mellizos la suya, y desde ahí ven los efectos, lo que nos han hecho, en una banda de moebius sin fin.
Cómo se entiende entonces la cosa? No era que había una disputa entre macristas y cristinistas? Amigos míos el secreto es que no existe tal confrontación, se trata solo de un sistema de creación de acuerdos a una escala incomprensible para las clases medias, para mis amigos, mis queridos amigos macristinistas.
Me han dicho: te olvidás que existe la política. Me lo han dicho con cara de CONICET, con cara de soy del instituto de la organización del colectivo. Puede que me olvide. Pero puede que ellos no quieran ver las cenas a la luz de la Luna de Massot con Cabandié, de Cerruti con Ritondo, de Bullrich con Berni, de los mismísimos gemelos siameses de Cristina y Macri con ravioles cocinados por su Santidad.
De tontos no tienen un pelo. La estrategia para mantener este juego #macristinista es que nunca puedan ser vistos mezclados, sino que harán como si fueran el agua y el aceite mismos.
La llave para entender es que ambos son lo el otro ha ocultado. Fue la cuarentena! Fue la pandemia! y así te seguirán intentando entretener. A mi me hartaron.
Por supuesto que esta matrix tiene sus errores. Cristina elogia a Cavallo y Macri inaugura la estatua de Perón. Ella admira a Martincito y sus explicaciones muy UBA, Mauricio hace Zoom con la señora que reparte bolsones de comida.
Los mauricistas verán la forma, los cristinistas el contenido, pero uno y otro son inseparables. Y a mi no me gusta ni su forma, ni su contenido y vengo publicando en este blog mi postura.
La explicación? Yo creo que el #macristinismo, una especie de sistema de becas para unos pocos elegidos, no es más que la forma de la desadaptación al planeta de esta isla que se llama Argentina.
Viene de mucha atrás, de la época de Zeballos o quizás antes, de Hernandarias mismo. Una descoyuntura trágica, una dislocación incurable, una cojera para largo, por cierto. Los problemas son mas que jodidos y Ustedes siguen boludeando.
No me rompan mas las bolas muchachos, no saben los que dicen, déjenme que me tome los últimos mates de la tarde en paz, yo tengo mi modo de pensar seguramente lleno de huecos y contradicciones pero les digo, no me creo nada esa historia que me quieren contar.
Yo soy de esos lomos negros, soy del partido de Balcarce.
Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.