¿Quien no se ha quedado sin sandalias en el momento menos indicado? Se corta una tirita de cuero y chau. A la banquina. A mi me sucedió en Jujuy, a punto de dar una charla sobre redes sociales. Miré a mi alrededor y justo enfrente había un local de arreglo de zapatos. Así que crucé la calle con un pie descalzo y resolví el asunto, mucho menos de lo que tuvo que caminar Alvar Nuñez Cabeza de Vaca que caminó a pie, pasando por las experiencias más increíbles, unos 10 mil kilómetros por el sur de los actuales USA y Oeste de México.
¿Quien no se equivoca un nombre? A mi me ha sucedido diría casi todas las veces, pero Don Alvar Nuñez Cabeza de Vaca llamó a su periplo a pie Naufragio cuando al fin pudo ponerlo en papel.
En realidad el título era mucho más largo, pero nos quedó ese: Naufragio. En el que relata lo que le sucedió a la la Armada de don Pánfido de Narváez, quien había descubierto Mexico, cuando quiso conquistar la Florida.
Nosotros salimos de vacaciones por autopistas fregadas cada mañana por camiones hidrantes que luego las lustran y las secan. Cabeza de Vaca partió en 1527 en ésta Armada, aun sin cuarenta años, arriba de uno de los barcos para enanos. Cuando llegó de vuelta a España había vivido mil vidas.
Cuando estos 300 españoles y sus 40 caballos llegaron a Florida dejaron los barcos sin custodia, anclados nomás y fueron mudos y sin lenguas, caminando con las naves abandonadas atrás, sobre el mar. Comiendo maíz, tocino y galletas. Cuando las intentaron encontrar no estaban ya, así que se hicieron unas barcas sin herramientas, ni fraguas.
Nosotros, que llamamos al electricista para que nos cambie una bombita, y estos tipos que con las patas de los caballos hicieron cantimploras, y con esos troncos unidos vaya a saber cómo navegaron costeando la costa, pasando la desembocadura del Misissipi y aun mas. Allí Don Pánfilo había reunido tanta mala suerte que se ahogó.
Naufragaron, si, en Galveston, la isla de la mala fortuna, esa a la que apelamos cuando el pan lactal ha venido con un poco de moho en el supermercado y ya son las siete de la tarde.
Nosotros revisamos linkedin. Los carancaguas esclavizaron sin tanta bulla a los pocos que lograran llegar a tierra vivos. Todos los días los molían a palos, aún si cumplian su tareas, que era sacar raíces de abajo del agua y comer las sobras que le dejaban los inhóspitos originarios.
Nosotros vamos a las marchas con esas botellitas plásticas y a ellos agua les sobraba, pero morían de sed, porque era salda. De hecho así se suicidaban, tomando agua. Algo tenían que comer, así que se comían entre ellos. Se hacían el favor de comerse entre ellos, el último que se la aguantara.
Nosotros pasamos de serie en serie, de pantalla en pantalla, de canal en canal. Ellos pasaron por desiertos en los que si hubiera habido piedras se las hubieran comido. Comieron serpientes cuando éstas no los picaban con su veneno y vivían sumergidos en humo para reducir en algo las nubes de mosquitos.
Probablemente en torno al 1531, tres años después del inicio de su travesía americana, una tribu nativa de la actual Texas pidió a Cabeza de Vaca que tratara a un hombre herido. Allí pasó ocho años. Como cuando conseguimos esa oficina en la que no pasa mucho, pero al menos a fin de mes estamos satisfechos. Alvar se convirtió en comerciante y sanador de varias tribus nativas americanas. No poca cosa, por cierto.
Finalmente llegó a México donde fue arrestado y enviado a España, donde lo sobreseyeron. Como cuando nos cobran sólo tres de las siete multas. Así que de nuevo estaba en marcha, otra vez con nuevas ilusiones, casi como listo para retomar el gimnasio.
En 1542 quiso llevar las Leyes Nuevas a Asunción, un pequeño poblado paraguayo en el que imperaba el crimen, la cocainomanía y el mejor de los infiernos. En el Paraíso de Mahoma consiguió producir una sublevación que lo mantuvo un año encarcelado. Como Bombita en los Relatos Salvajes. Entonces escribió su segundo libro: Comentarios.
Cabeza de Vaca estuvo involucrado en el caso de la India Juliana, una mujer guaraní que había asesinado a su amo español: fue puesta en libertad, lo que resultó en su posterior ejecución por descuartizamiento, es que así de simples eran las cosas en aquellos años.
A Don Alvar, con la acusación de abusar de su poder durante su mandato como gobernador de Asunción, lo metieron en un barco y engrillado salió para España.
Y otra vez volvió a España, sin nada.
Otra vez a negociar las multas por no usar el cinturón de seguridad. Fue rehabilitado parcialmente por los jueces, que lo deportaron a Orán en 1545, cosa que Cabeza de Vaca de ahí en más tuviera que pasársela recurriendo la sentencia, como cuando alguien escribe algo horrible hacia nosotros en Facebook, y nos pasamos la noche sin poder dormir, para salvar también nuestro honor.
Murió probablemente en Valladolid como harto pobre caballero, dicen las crónicas. La Iglesia donde fue enterrado fue demolida hace no mucho y nunca sabremos dónde fueron a parar sus huesos.
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