Sin duda el socialismo se ofrece como una instancia superadora al capitalismo. Pero digamos las cosas como son: las experiencias autodenominadas socialistas han terminado muchas veces en desastres, y eso en buena medida porque fueron coptadas por liderazgos perversos como el stalinismo, un cuco que aún nos sacuden apenas pueden.
Y por otro lado hay que decir que el capitalismo exhibe logros inmensos, nada más haber sacado de la indigencia a miles de millones de personas. El éxito del capitalismo se basa en su habilidad de hacer las cosas bien, al menos en términos de producto final, es decir, luego del proceso de su producción.
Y no sólo eso, las hace a lo largo de un tiempo, las hace cada vez de mejor performance, más pequeñas, más livianas y más interactivas; es decir el capitalismo crea entonces tiempo, tiempo previsible y al hacerlo crea vida. Un tipo de vida.
Así el capitalismo ha removido de la misera al 80 % de la humanidad, sin embargo lo ha hecho a condición de colocarlas en zonas de pobreza estructural y sujeción a salarios.
Junto a eso el gran secreto del capitalismo a sido mantener ocultas las condiciones de producción en las que se realizó la tarea, pero que siempre se caracterizarán por lo mismo: un proceso de extracción de recursos a bajo costo y su funcionalización posterior para obtener un acumulado de capital.
¿Que es funcionalizar? Simplemente aplicar una función matemática a los recursos extraídos de la naturaleza y la sociedad, es decir algo tan simple como que entran valores económicos por el input y salen convertidos por el output. Se trata de una máquina virtual, pero no deja de ser un dispositivo genérico y fenomenal por su poder de dejar huella en la realidad, tanto natura como social.
A esto hay que agregarle un fenómeno propios del mundo autorganizado, descripto por Garrett Hardin que es la tendencia a elegir la libertad beneficiarse antes que la responsabilidad social, por eso son necesarias reglas que controlen esa tendencia.
Desde hace dos siglos el socialismo ha captado y luchado contra este asunto, no sin cometer la torpezas como la de centrarse solamente en los aspectos humanos del fenómeno de la distribución inequitativa, descuidando lo que sucedía en el mundo natural.
Además poco se ha avanzado en regenerar conceptos que se han inflacionado o perdido capacidad de nombrar lo que sucede en el mundo a la mano, como las ideas de masa, libertad, burguesía, partido, obrero o la de revolución misma como un punto de paso, como una compuerta evolutiva que se produce dentro de una supuesta línea de la historia.
Todas estas narrativas deben seguir siendo transformadas y puestas en sintonía con el capitalismo actual y quizás, para decirlo rápido, el socialismo debería recuperar para sí las discusiones entre Carlos Marx y Mijail Bakunin, poniéndolos en sus épocas, en sus condiciones condicionantes.
En ese sentido sólo quiero poner una banderita en Flandes y decir: mientras para Marx la burocracia y el autoritarismo estatal eran necesarios para Bakunin el Estado era el enemigo. Regresaré mas adelante sobre este asunto.
Pero volvamos al capitalismo. El primer capitalismo era inclusivo y explotador, pero al mismo tiempo no dejaba de ser una ventaja respecto al estado de servidumbre previo. Avancemos rápido que está todo en Google: hoy el cuarto capitalismo es todo lo contrario, quiero decir que es excluyente y no basado en la plusvalía del trabajo, sino en el acopio en conglomerados económicos de registros de copyrights (derechos de autoría) y patentes. Las marcas, por ejemplo, están registradas para no ser usadas (por muchos), de ahí su exclusividad.
Que hacen las democracias frente a esta contradicción? Pues en el imaginario social la sociedad responde con un paso atrás: el Brexit, Trump, el LePenismo europeo o el mismísimo Putin y los conservadores liberales garantizan volver al menos a la explotación y la plusvalía.
Mientras los millenials se hacen socialistas de a millones, en todos lados, sin saber inclusive en que se están convirtiendo y sin contar con un socialismo auténtico dispuesto a integrarlos: al contrario, los socialistas continuamos, víctimas de la des-hilachación de sentido de nuestro proyecto convocante, bifurcándonos una y otra vez en singularidades y malosentendidos, recluidos en infinitas procesiones callejeras en las que se alzan banderas y banderines multicolores, indefectiblemente adustos y engolosinados en cierto regodeo moral y sobretodo creyendo que se trata del Estado, cuando hay tanta evidencia de que el Estado es uno mas de los problemas.
Dicho esto propongo que un socialismo para nuestros tiempos sí debe ser creativo y a la vez apuntalado en una re-lectura de los debates fundadores, desde Echeverría a Alicia Moreau de Justo, y aun antes y después claro, que estos balizamientos son siempre un ejemplo de torpeza.
En el próximo posteo avanzaré sobre la idea de creatividad, entendida como artesanía distribuida y luego nos adentraremos directamente en lo específico del socialismo creativo.
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