Me gusta escuchar conversaciones ajenas y el subte es ideal para eso.
Alguien dice: “tengo una fija”. Un amigo recomienda una cantina. Ella pregunta qué sentido tiene hoy en día que exista una provincia como San Luis?
Leo el NYT en mi blackberry, pero igual me siento un estúpido.
¿Donde fijarse para entender lo que sucede? ¿Es lo que está escrito o lo que fluye en las conversaciones? ¿Lo que alguna vez se estableció o lo que pudiera ser? ¿Teorías o hechos?
Desde 1989, año en el que todos pasamos a ser extras de Disney, la tensión es más intensa: creacionistas o evolucionistas, diseño o emergencia. ¿Mickey Mouse o el que está adentro del disfraz muriéndose de calor? ¿Autonomía o guiones a la carta?
El enfrentamiento no se enfría, muy por el contrario.
¿Lo que dicen los gurues o lo que se escucha en la verdulería? ¿Lo que se debería decir o lo que se siente? ¿Copyright o bienes/males comunales? ¿Estafas redituables o verdades de la Académia? ¿Política o impunidad?
¿O todo junto y en la misma bolsa?
Como pronosticaba el tango, hemos colgado la biblia que nos regalaron en un alambre del calefón del baño, para poder limpiarnos el culo gratis. Paradijicamente ahora adoramos el culo, ya no más a dios.
El gran diario argentino aloja el blog del más grande estafador de la historia argentina: Eugenio Curatola, que vaya a saber si desde el country Abril o desde algún calabozo saluda a sus visitante en Facebook.
En una url se alerta sobre este muchacho, pero el boca a boca parece ser de lo mas confiable para difundir una idea-virus y conseguir los futuros clientes de la próxima estafa.
No solo pasa en el subte o en la Argentina: es el planeta todo. Los grandes banqueros, que han cobrado fortunas por llevar el mundo a un colapso semejante al que extingió a los dinosaurios, cobraron esta navidad bonificaciones como todos los años. Nosotros corremos a escuchar sus augurios en la radio y luego salimos a quejarnos de todo.
¿Somos el chancho o le damos de comer? ¿Somos estúpidos o solamente es un feeling?
Tengo a la vista unos papeles firmados por Curatola, un estafador declarado (por la justicia argentina, claro) que tiene un blog en Clarin. En el subte el abuelo le enseña a la nietita a bajarse con cuidado del vagón. Me he bañado y perfumado para llegar presentable a la cita con el banco.
En el New York Times, David Segal, al parecer un sociólogo de la Universidad de Maryland, propone pensar algo molesto: “nadie obligó a los ciudadanos a sacar prestamos que no pudieran devolver”.
¿La crisis nos trajo a un Madoff o a un Curatola? ¿Somos una manga de imbéciles que produjimos este debacle o unos altruistas que vivimos en Disney?
Todavía se me huele el perfume y el ascensor está llegando a la planta baja.