Con mi hija menor tenemos un juego. Elegimos dos elementos y nos desafiamos a buscar sus conexiones. Abeja-Planeta, computadora-agua, iglesia-azul. La diversión se trata de inventar relaciones tales como en que circunstancias uno y otro pueden aparecer.
Quizás algo parecido hizo que aparecieran las inferencia bayesianas. Las amo. Se basan en las ideas de Thomas Bayes, un ministro presbiteriano inconformista que vivió en Londres en el siglo XVIII y que básicamente consisten en poder predecir que va a suceder con algo a partir del conocimiento de otra cosa, que no es su causa.
Bayes escribió sobre la teología y sobre probabilidades. Retomaba problemas planteados por Abraham De Moivre (un amigo de Isaac Newton y Edmund Halley) en “La doctrina de las chances” y antes por Christian Huygens sobre juegos de azar, un tema que siempre interesó a los curas y los pastores.
Las anotaciones de Bayes incluían el mismísimo Teorema que lleva su nombre en forma básica, que desde entonces ha sido aplicado al problema de la inferencia, el término técnico para adivinar científicamente. La popularidad de las ideas de Bayes fue establecida por otro ministro, Richard Price, que las refinó y publicó.
¿Cómo funciona el modelo bayesiano? Veamos un ejemplo. Imaginemos que estamos haciendo la fila para pagar algún servicio en el banco. A una persona que está adelante se le cae la billetera. Uno quiere avisarle y para eso necesita establecer alguna forma de comunicación, pero antes de hacerlo queremos saber su sexo. Lo único que vemos es que la persona tiene el cabello largo. Qué le decimos? ¿”Disculpe señora!” o “Disculpe señor!”?
Una de las formas de resolver el asunto es agregar alguna información a nuestro problema. Si hubiera dos filas para entrar al baño sería mas fácil. Con ver el ícono en la puerta podríamos saberlo inmediatamente, al menos con una altísima probabilidad. Pero en nuestro ejemplo la fila es unisex. Entonces podemos usar otro elemento. El calzado, la cartera, la vestimenta. Este uso del sentido común es algo que hacemos sin pensar es la inferencia bayesiana, que los matemáticos han convertido en ecuaciones para permitir predicciones más precisas.
En la última década culturómica la sobreabundancia de data ha creado las condiciones para que los modos bayesianos sean cada vez mas productivos, especialmente cuando son usados por los programadores y los analíticos. Es que hay mucho donde ensayar conexiones, como hacemos con mi hija.
Pero no quiero que todo quede en manos de los creadores de algoritmos, machine learning y todas las formas de inteligencia no humana. Las inferencias bayesianas son un modo lúdico, infantil y maravilloso de usar la propia mente. El teorema de Bayes en mágico. Posiblemente por eso los chicos son cada vez mejores para predecir lo que va a suceder.