Estaba pensando en el fin de la terapéutica humana. La evidencia es tan contundente que en la próxima generación un psicólogo será ya una formación cultural residual y sus funciones serán reemplazadas y mejoradas por un algoritmo en gratuito.
La noticia es mala para los que piensan estudiar psicología en vez de programación, pero tampoco es el fin del mundo.
Pero si se piensa en que puede llegar a suceder con un país, que basa su economía en los productos de su campo, si se reemplazan sus productos básicos por otros diseñados ahí si estamos en problemas.
Y con eso me encuentro hurgando dos dos temas: la conciencia y la comida, a lartir de algunos comentarios de un paciente que lidia con una famila vegana.
Y lo primero que encuentro que la mayoría de los animales que comemos, al menos los mamíferos (vacas, cerdos) tienen conciencia,
Es decir, tienen una área del cerebro que les permite tener idea de sí mismo y de los otros, capacidad para situarse en el mundo y comportarse siguiendo cálculos basados en lo que creen que harán los demás.
Comerse alguien (o algo) así, por más que no tenga el 100 % del genoma humano, va a ser un tema.
La solución en el capitaliso la encuentra el mercado y parece que pronto los productos “animales” estarán libres de los animales mismos, ya que van a ser producidos en laboratorios. Libres de conciencia.
Por ejemplo Memphis Meats se propone hacer crecer carne de vaca, cerdo y aves de corral a partir de cultivos de tejido en el laboratorio, mediante la alimentación de células madres de origen animal.
La idea es usar una mezcla de oxígeno, azúcar y minerales para que luego de varias semanas se desarrolle algo así como un músculo esquelético en un biorreactor.
Por si fuera poco MycoWorks se propone una nueva clase de cuero hecho con hongos ym si se trata de bicharracos de aguam New Wave alimentos crea camarones a partir de proteínas de algas, que como se sabe no tienen conciencia. Al menos por ahora.
Con las nuevas tecnologías para editar genes y su abaratamiento a precios ridículos es posible que en cada hogar (se es que existen los hogares claro) va a existir un laboratorio biotecnológico para producir biorobots.
Cuando este escenario, es decir el fin de la ganadería, sea el dominante, las actuales discusiones políticas a la argentina van a ser tan ridículas como lo fueron siempre, con la salvedad que podremos captar toda su ingenuidad y desperdicio de tiempo y energía en una misma generación.
En fin, vuelvo a mi tema, el de la terapéutica posthumana.